Jugada en el derbi del año pasadoDos semanas de previa de derbi dan para mucho. Quizás demasiado tiempo.

El caso es que las vísperas, como casi todos los acontecimientos grandes en Sevilla, se disfrutan tanto o más que el propio hecho en sí. No hay bar, reunión o corrillo en el que no aparezca el partido del domingo. Pronósticos, guasa, análisis, alineaciones... Catorce días en los que da para todo, incluso para relativizar el derbi.

A menudo se dice que el partido de máxima rivalidad puede suponer un punto de inflexión para los equipos y que un resultado puede marcar la tendencia de la temporada y de las próximas jornadas. Un tópico que se puede romper en el caso del Betis con dos ejemplos frescos.

El primero, la temporada pasada cuando los de Mel cayeron con contundencia en el Sánchez Pizjuán y el equipo se levantó con el triunfo ante el Real Madrid la jornada siguiente y todo lo que hizo posteriormente. El segundo fue lo contrario y ocurrió el año en el que el Betis ganaba 1-2 en feudo sevillista, allá por febrero del 2009, y el conjunto bético acabó bajando a Segunda División.

Claro que también hay casos contrarios como el 1-0 de mayo de 2005 en Heliópolis, que sí supuso un punto de inflexión y que disparó a los verdiblancos a un final de temporada histórico con la consecución de la Copa del Rey y la clasificación para la Champions League.

Por eso el derbi del próximo domingo tiene una importancia relativa en los clasificatorio, ya que después quedarán todavía 24 jornadas.

Cierto es que el Betis es colista en la clasificación y tiene premuras por ir sumando de tres en tres y salir de unos puestos que, de mantenerse mucho tiempo, pueden acabar con las sensaciones positivas -que no de resultados- que se intuyen en las últimas jornadas. En ese sentido sí tiene transcendencia el partido, más allá de lo que supone cualquier derbi para la afición.

Sí se ha comprobado a lo largo de la historia que la clasificación no siempre estuvo vinculada al resultado. No es la primera vez que el equipo mejor clasificado no cumplió con las expectativas previas y no ganó. Un argumento al que el Betis se aferra para el domingo, además de las señales de mejoría que ha dado en los últimos tiempos y, por supuesto, a la posible vuelta de Rubén Castro.

La presencia del canario aún está en el aire. Sus molestias en el pie y el hecho de que tuviera que acudir al juzgado a declarar no han ayudado para que sea una semana normal de trabajo para el jugador. Su aportación goleadora en un equipo tan necesitado de esa faceta es innegable, pero es que además con Rubén Castro el equipo crecería en confianza.

Con todo y a pesar de quedarán 72 puntos por disputar tras el derbi, el del domingo no es un partido cualquiera. No lo es para la afición, como tampoco lo es para es para jugadores y técnicos. La simple concentración en Montecastillo es un detalle. Momento en el que Mel buscará inculcar a los muchos debutantes en el derbi la trascendencia del partido.

Javier Carbonero