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ID:	6574645Alegato infantil. Voy a quitarme 35 años de encima para convertirme en un niño que pisa por primera vez el Villamarín.

Aun recuerdo esas salidas a un gol sur sin asientos y con barandillas, también recuerdo cuando casi todos los partidos eran a las 5 de la tarde. El marcador simultáneo con claves publicitarias. El relato del partido en el ABC del lunes, sobre todo si el Betis ganaba. Esas páginas de huecograbado que permitían que viésemos imágenes del partido.

Y el Estudio Estadio. Santo y seña de los domingos por la noche, resúmenes puntuales de todos los partidos, que era "prime time" en aquellos tiempos de primera y segunda cadena.

Todo lo recuerdo como con un ritual, el viaje en los amarillos articulados desde Bellavista, con las banderas del Betis enormes que los Manolos, Pérez y Hernández, llevaban por fuera porque dentro del autobús con cabían. El picado de mi carné, a cada partido más desgastado por los bolsillos y los agujeros.

Por todo eso y más, por Gordillo, por Canito o por Rincón, por Ortega o Cardeñosa, por todo eso quiero quitarme 35 años de encima y ponerme en la piel de un niño de ahora.

Y un niño de ahora no sabe cuándo va a jugar su Betis hasta pocos días antes, será una suerte inmensa si el horario es a las 12 o a las 5 de la tarde. Que su familia pueda ver el Betis unida como es tradición o deseo de sus mayores. O incluso si en casa no está ya en la cama cuando los jugadores no han, siquiera, saltado al campo a calentar.

Un niño de ahora está casi obligado a comprar una camiseta cada temporada, cuando en mis tiempos la camiseta del Betis era de algodón, sin marcas y con el número en loneta cosido, al igual que el escudo, por mi madre. Un niño de ahora vive más a gusto el partido en el FIFA14 que en el campo, porque nosotros, sus mayores, nos empeñamos en estropearle el fútbol que vivimos, el fútbol donde las familias eran protagonistas, los horarios decentes, la liga más igualada. En mis tiempos ganaba el Atlético, ganaba la Real, el Athletic e incluso llegó a ganar el Depor... Ahora nos peleamos por quedar terceros a modo de campeones morales mientras el niño en el que me he transformado ve cómo un equipo de Madrid tiene un presupuesto de 500 millones y mi equipo no llega a 35.

Lo malo es que un niño de ahora incluso ve nacer programas de fútbol donde se habla de los vicios, escándalos y rumores, ciertos o no, de sus ídolos.

Vaya, todos los recuerdos, y también demonios, que me invaden cuando veo el campo del Betis lleno de chavalería, llenos de niños disfrutando de algo grande, de ver jugar a su Betis. Y desgraciadamente es una excepción.

La Recontracrónica