Sin hacer mucho más que su rival y con altísimas dosis de suerte. Así arrancó el Betis tres puntos de Balaídos, elevando a 28 el total que luce en su casillero y que le asegura terminar el año en puestos europeos. Bastó que Jorge Molina enchufase la única que tuvo para mantener al equipo en la zona de privilegio, empatado con un Málaga al que, incluso, sueña con dejar atrás el próximo sábado.
Cierto es que la diosa fortuna tiene gran parte de culpa de que todo sea así. Sobre todo, si se tiene en cuenta la última jugada del encuentro, en la que Mario Bermejo estrelló el balón en el poste cuando tenía toda la portería para él. Fue el peor epílogo posible para los celtiñas, pero también la mejor forma en la que los verdiblancos pudieron saldar varias cuentas pendientes.
La primera, que no la más antigua, con la propia suerte, esa que se vistió de azulgrana frente al Barcelona e hizo impactar tres veces el esférico en la madera. La segunda, con las estadísticas, poniendo fin a una sequía de ocho años sin festejar un solo triunfo en el coliseo vigués. Incluso, había una tercera que se había resistido siempre. Y es que imponiéndose a los gallegos, la escuadra de las trece barras encadenó cinco victorias consecutivas a domicilio por primera vez en su historia. Un detalle más que deja a las claras que, este año, los heliopolitanos van totalmente en serio.
Pero todavía quedan cosas por hacer antes de que este 2012 eche definitivamente el cierre. La visita del Mallorca al Benito Villamarín abre la oportunidad de lograr un doble objetivo. Por un lado, continuar sumando y elevar la cuenta total a 31 puntos o, lo que es lo mismo, dejarla a sólo 13 de una permanencia que se da por hecha pero que todavía las matemáticas no certifican. Por otro, los verdiblancos podrían ejercer de verdugo de uno de sus grandes enemigos, Joaquín Caparrós, al que sólo han ganado una vez en La Palmera, allá por la 04/05, y cuyo puesto en el banquillo bermellón está pendiendo de un hilo debido a los malos resultados.
Y, por encima de todo, está la obligación de mantener la misma línea que está devolviendo la ilusión a la afición, que ve cómo, esta vez sí, la calculadora no hará falta salvo para mirar los puestos que dan derecho a jugar en Europa. Se está firmando una gran temporada, pero aún queda un mundo por delante y, como se suele decir, el movimiento se demuestra andando, por lo que hay que seguir igual.
Sólo así se puede soñar con despedir este año como se merece, con un nuevo triunfo que continúe certificando que este Betis ha perdido el miedo a crecer y quiere, tras demasiado tiempo esperando, volver a unas alturas que por historia, nombre y masa social jamás debió abandonar. Por eso, no caben relajaciones, ni siquiera porque el calendario marque la cercanía de las Navidades. Resulta obligatorio salir de nuevo a por todas y saldar más cuentas pendientes, ofreciendo de este modo el mejor regalo posible para todos aquellos a los que el pecho les cayó preso entre trece barras verdiblancas para siempre.
J. Julián Fernández
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