Sobre la bocina y gracias a un regalo. Así logró el Betis su segunda victoria de la temporada, imponiéndose ‘in extremis’ a un Valladolid que, pese a todo, no mereció tan cruel desenlace. Sobre todo, porque los heliopolitanos jamás se encontraron demasiado a gusto sobre el terreno de juego, llegando a parecer perdidos en algunas fases del choque. Y es que los verdiblancos evidenciaron que, todavía, hay mucho que pulir y trabajar.

Puede que fuese por la revolución que Mel hizo en el once, colocando incluso a futbolistas fuera de sitio. Porque la aportación de Nono quedó en nada como falso interior diestro, una posición que el año pasado devoró a Salva Sevilla y que el míster sigue empeñado en utilizar con gente que tiende a irse al centro, pese a contar con gente como Juan Carlos, Campbell o incluso Ángel que podrían actuar a la perfección ahí, dando, de paso, mayor profundidad al juego.

Tampoco ayudó al equipo un Nosa que estuvo más tiempo en el suelo que recordando a ese futbolista que tan grata impresión dejó en el amistoso frente al Benfica. Preocupado más por cómo se colocaba las medias, el nigeriano dejó muchísimo que desear en su debut oficial. Ojalá sea cosa del idioma, aunque hace una semana todos hablaban igual y el resultado fue diametralmente diferente.

Además, hubo sorpresas negativas, como la actuación de Nacho en el flanco izquierdo. El malagueño se vio superado en todo momento por su par, hasta el punto de que el Valladolid se dio cuenta e intentó hacer sangre por ese lado. En este sentido, llama la atención que, como ocurrió durante las dos jornadas anteriores, pero en la banda derecha, quien actuase de extremo fuese Agra, quien no se caracteriza, ni mucho menos, por ayudar en tareas defensivas. No estaría de más darle un toque al luso y enseñarle cómo son las cosas en España, porque si no las complicaciones podrían multiplicarse más de lo necesario.

Por lo demás, Nélson regresó al lateral diestro y mejoró la aportación de Chica, aunque eso no fuese demasiado complicado. Estuvo bien en las coberturas, pero, curiosamente, pasó algún que otro apurillo por su zona. De todos modos, debe mejorar si quiere hacerse con la titularidad, sobre todo ahora, con Ángel metido en la pelea. Tampoco estuvo mal Mario en el eje central de la zaga, mostrando jerarquía y una seguridad de la que adolece en la máxima categoría Dorado. El canario tiene ganas de reivindicarse. Todo es que las lesiones le dejen y que salga vencedor en la lucha que mantendrá con Perquis por un sitio en el equipo.

Bajo palos, Casto aportó también tranquilidad, sacándose de la manga alguna que otra intervención que resultó providencial. El extremeño salió como castigo a Fabricio, del que dijo Mel que había estado mal “tanto dentro como fuera del campo”, y se postula como indiscutible hasta que sus errores le puedan costar el puesto. Sólo tendrá que evitarlos, tirando de veteranía, para no volver a ver más encuentros desde el banquillo.

Aunque, la mejor noticia, vino con el resultado. Una victoria que si bien pudo ser inmerecida, sirve para que el equipo se quite parte de la presión que dejó la derrota ante el Rayo. Incluso, sirvió para demostrar que Rubén Castro está de vuelta y en óptimas condiciones, algo que, pese al gran estado de forma de Molina, el Betis necesitaba como ‘agua de mayo’.

Sólo así, con tres puntos más en el casillero, se puede afrontar con toda la ilusión del mundo este maratón de cuatro duelos oficiales en sólo doce días al que todavía le faltan tres. Hay mucho que trabajar y varios aspectos en los que mejorar, pero, al menos se ha vuelto a la competición de la mejor manera, con un triunfo balsámico que dará la tranquilidad suficiente para seguir puliendo errores.

J. Julián Fernández