Pues se acabó el mercado de fichajes y, definitivamente, ya sabemos cuáles serán las estampitas de jugadores que lucirán en el álbum verdiblanco hasta, al menos, el mes de diciembre. Eso si el Athletic no provoca nuevos cambios pagando la cláusula de Beñat antes del 29 de septiembre, aunque, de momento, parece que los ‘Leones’ tirarán de austeridad y, salvo que la competición decrete otra cosa, no harán grandes dispendios para aumentar su número de efectivos.

Así las cosas, llega el momento de hacer valoraciones del trabajo de la dirección deportiva heliopolitana, que, como siempre, ha hecho algunas cosas bien, pero también demasiadas mal. Porque se ve que, ya sea por la escasez de recursos económicos o la falta de pericia de Stosic, los refuerzos de verano siguen sin dejar contentos a todos, dejando la nota en un ‘Necesita Mejorar’ cuando se iba para ‘Progresa Adecuadamente’.

Y es que el arranque de la pretemporada llegó acompañado de una cascada de caras nuevas, casi todas encaminadas a reforzar unas bandas que se habían quedado absolutamente huérfanas tras el adiós de Montero. Como relevo vinieron Agra, firmado desde enero, Juan Carlos y Campbell. Además, Mario fue rescatado a última hora para apuntalar un centro de la defensa al que poco después, y culebrón mediante, también se sumó Paulao. De igual modo, para la medular arribó Rubén Pérez, como preludio a una salida de Iriney que poco tardó en confirmarse.

Pero, a partir de ahí, todo quedó parado. La racanería bética dejó en Madrid a un Juanfran que ya se sentía verdiblanco y estaba loco por venir. Mientras, se abrían negociaciones eternas por Nosa, al que se le puso de vuelta y media en un comunicado al que aún muchos le seguimos buscando una explicación y que terminó recalando en la escuadra de las trece barras en los últimos suspiros del mercado. Entre medias, sonaron muchos nombres, sobre todo para la zaga, para la que se tantearon opciones como Geromel, Goltz o Franco Martínez, así como ofrecimientos como el portugués Sereno.

Sea como fuere, ninguno terminó vistiendo de verdiblanco. En la mayoría de los casos, porque no había dinero suficiente para ficharlos, como nunca lo hubo para esa incorporación mediática que sobrevoló el Villamarín todo el verano y que jamás estuvo cerca de poder llevarse a cabo, la de Nolito. El sanluqueño era el remoto ‘Plan B’ a un Santa Cruz que se daba por seguro que vendría y que, al decantarse por el Málaga, dejó a la dirección deportiva con todas las vergüenzas al aire.

Porque Stosic había estado acertado fichando a Perquis y Ángel para mejorar una defensa que las primeras jornadas de Liga confirmaron que necesitaba retoques de urgencia. Pero, a la hora de cerrar la plantilla, se quedó sin opciones sobre la mesa por esperar al paraguayo, un jugador que, no nos engañemos, ya ha consumido hace mucho los mejores años de su carrera deportiva. Además, la ‘Operación Salida’, enquistada hasta el último suspiro con la baja de Juanma, impedía hacer muchos movimientos, al tener todas las fichas cubiertas.

Una vez más, la planificación se tambaleaba en la recta final, con mucho por hacer, pero sin demasiado margen de maniobra. Quedaba la opción de bajar de nuevo a Álex Martínez al filial, con el fin de poder firmar un delantero. Del pivote defensivo, ni siquiera hubo noticias, pese a que Mel admitió que quería retoques para esa zona. Sin embargo, la negativa del canterano a bajar de nuevo al segundo equipo, tras ganarse con creces su plaza con los mayores durante el verano, y la falta de nombres interesantes para la zona de vanguardia dejaron todo como estaba.

Dicen que en los últimos minutos se estuvo a punto de fichar a Güiza, algo que, a buen seguro, hubiese terminado por desmoralizar más que por ilusionar a la grada. Así, la única nota positiva fue la no salida de Beñat rumbo a Alemania, ya que su marcha, visto lo visto, hubiese dado casi la puntilla a la labor de una dirección deportiva que, de nuevo, ha dejado demasiado que desear.

Porque, a falta de fondos, el club debería haber peinado a conciencia el mercado, contando con alternativas de sobra que le permitiesen actuar con solvencia ante cualquier adversidad, sin dejarlo todo para ultimísimo hora. Sobre todo en estos tiempos, en los que la palabra dada no vale más de lo que marque el maldito dinero. Al menos, para eso se les paga y se deposita en Stosic y los suyos toda la confianza. Cierto es que, a partir de ahora, la competición se encargará de dar o quitar razones, aunque, a priori, todo se podría haber hecho mucho mejor y, sobre todo, más rápido.

J. Julián Fernández