Ya se ha confirmado una noticia que no por esperada ha causado menos impacto en Heliópolis: Iriney jugará la próxima temporada en otro equipo. Se sabía desde hace tiempo que ocurriría, porque las negociaciones para su renovación no llegaron a buen puerto. Sólo faltaba saber cuál sería su destino, que, finalmente, será el estadio Nuevo Los Cármenes de Granada.
Y como era previsible, las reacciones no se han hecho esperar. Para muchos, de un plumazo, todo lo que ofreció el brasileño durante sus tres campañas como bético se lo ha llevado el viento, convirtiendo todos los halagos que recibió como premio a su casta y coraje sobre el césped en sólo un apelativo: pesetero. El rencor por el líder que se va se hizo con el control de los teclados, llenando las redes sociales de críticas hacia alguien que apenas unos meses antes era un auténtico ídolo.
Sólo unos pocos culpaban al club por no haber hecho un último esfuerzo para retenerlo, para llegar a lo que exigía en el que, no olvidemos, podría ser su último gran contrato como profesional. El caso es que, entre unos y otros reabrieron con toda su crudeza un debate que las partes implicadas habían cerrado con una educación y elegancia digna de elogio. Quizás porque siempre han sido conscientes de que el tiempo del romanticismo del fútbol acabó hace tiempo y que hoy, salvo para la afición, todo es negocio.
Porque, ¿a ver quién no estaría dispuesto a cambiar su puesto de trabajo si le pagan en otro sitio más dinero? ¿cuándo se dará cuenta la grada de que lo único insustituible en un club es el escudo, la camiseta y su hinchada? Los jugadores vienen, pasan y se van, y lo único que se le debe exigir en todo momento es que, mientras no cambien de aires, actúen con total y absoluta profesionalidad, algo que Iriney está clarísimo que ha hecho siempre.
Su baja es obvio que será muy importante para el nuevo proyecto, porque el equipo pierde fuerza y músculo en su medular, mientras que el mercado no ofrece relevos de garantías y, mucho menos, que tengan una buena relación calidad-precio. Aunque encontrarlo será tarea de una secretaría técnica que, ante casos así, tiene el reto ideal para demostrar que merece el puesto. Mientras tanto, Cañas y Rubén Pérez estarán dispuestos a hacer olvidar a un brasileño que, en estos días, estará más presente que nunca en la mente de los aficionados.
Pero ya es seguro que no volverá a vestir la elástica de las trece barras, por lo que sólo queda agradecerle los servicios prestados y desearle suerte en su nuevo equipo. De nada sirve darle vueltas a si podría haber seguido. También se fueron muchos antes que él y el equipo siguió en pie siempre. Y seguro que lo seguirá haciendo. Para ello lo ideal es mirar al futuro con tanta decisión como ilusión, olvidando lo que pudo ser y no fue, y, sobre todo, sin volver a calificar a un excelente profesional como pesetero
J.Julián Fernández
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Las consecuencias de una marcha anunciada
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#1recha comentó13/07/12, 02:14:34Editar un comentarioy así nos va. Seguimos sin enterarnos de que el fútbol es un negocio para muchos , y que si no hacemos del Betis algo especial , que linde constantemente con los sentimientos , esto no tendría sentido. el betis no seria el Betis. Iriney estuvo, muy bien . rindió , muy bien. Cobró , muy bien ( pa el). Pero yo hoy por trigésimo segunda temporada he renovado mi abono, haciendo un esfuerzo brutal . Iriney ? que le den. ¿ que le vaya bien?. pues, me la repanpinfla. Betico soy yo mas que nadie, para un Tio del amazonas , venga intente a mi embaucarme. A mí , no. A mi solo me da la vida el escudo de la corona, y la forma de ser de mi gente. Que le den a los malditos futbolistas. El Betis , somos nosotros.
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