El sábado, en El Molinón, el Betis firmó una derrota que no sorprendió prácticamente a nadie. De hecho, con la permanencia en el bolsillo, la medular en cuadro y la relajación en las piernas tras la victoria en el derbi, la escuadra de las trece barras saltó al césped del coliseo gijonés sin ambición ni ritmo, poniéndole en bandeja los tres puntos a un Sporting que, de este modo, se agarra con las pocas fuerzas que le quedan a su última oportunidad de salvar la categoría.
Poco o nada importó que las matemáticas, tan caprichosas como siempre, diesen todavía remotas opciones de jugar en Europa la próxima campaña. Ni la posibilidad de poder mantenerse una semana más por delante del eterno rival en la tabla. Los verdiblancos ya saben que han satisfecho las expectativas con las que comenzaron el curso y ahora es el momento para que los menos habituales se ganen el puesto y los chavales del filial demuestren a Mel que ya están preparados para jugar al lado de los mayores.
Así lo hizo esta jornada Nono, que se estrenó como titular con el primer equipo. Pero también un Sergio Rodríguez al que las lesiones no le han permitido confirmar en partidos oficiales las buenas sensaciones que dejó en la pretemporada. Y no es para nada descartable que esta semana tengan también minutos Súper, Carlos García o Manu Palancar, quienes querrán convencer al míster de que tienen calidad de sobra como para dejar atrás la Segunda B y convertirse en asiduos en Primera.
Como también aspira a hacerlo un Vadillo cuya cláusula habrá que renegociar para blindarlo antes de que lleguen a su oídos los cantos de sirena de los grandes. No será el único asunto que habrá de tratarse en profundidad en los despachos, puesto que también sería interesante resolver cuanto antes la renovación un Iriney al que apenas le han hecho falta tres temporadas para convertirse en santo y seña del equipo.
Y entre toda esta vorágine de preparativos para la temporada que viene, a cuyo inicio el Betis llegará tras haber visitado la mismísima China, queda todavía el último duelo de Liga frente al Barcelona. Otra oportunidad de oro para cerrar por todo lo alto la competición, dando una alegría a la afición y amargándole, aunque sólo sea un poquito, la despedida a Guardiola.
No obstante, con una escuadra de las trece barras prácticamente en chanclas y un cuadro azulgrana con la mente puesta en la final de Copa, cuanto pudiese ocurrir sobre el césped tendrá menos importancia. Sobre todo, porque resultará el epílogo de una campaña en la que los apuros, salvo en momentos puntuales, apenas han aparecido por Heliópolis. Sólo lo hicieron cuando el equipo se vio inmerso en rachas negativas en las que parecía incapaz de levantar cabeza.
Pero lo hizo, vaya si lo hizo. Hasta el punto de que los últimos tres encuentros de Liga han sido meramente anecdóticos, sin nada más en jugo que el orgullo en un derbi que será recordado durante años por Heliópolis. Aparte de eso, sólo ha quedado esperar que la competición eche el cierre mientras ya se prepara, aunque vagamente, la temporada que viene. Porque la 11/12 ya toca a su fin, pero el futuro ya está llamando a la puerta del Villamarín.
J. Julián Fernández
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Con la mente puesta en el futuro
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