Dice una máxima del mundo del fútbol que cuando no puedes ganar, lo mejor es no perder. Pero tampoco es menos cierto que en el momento en el que tienes una victoria en la mano no debes dejar que se te escape por nada del mundo. Sobre todo, cuando estás inmerso en una dinámica negativa que te acerca más de lo deseado a los puestos de descenso. Da igual quien sea el rival y su posición. Cualquier ventaja hay que defenderla con uñas y dientes hasta que el árbitro pite el final.

Pues bien, estos conceptos básicos del balompié parece que no han sido bien interiorizados por el Betis, que frente al Espanyol vio cómo se le iban dos puntos en el tiempo de prolongación. Todo por el enésimo error defensivo de la temporada, que permitió que Pandiani igualase el tanto de Rubén Castro y dejase a toda la grada del Villamarín con cara de circunstancias. No es la primera vez que pasa en esta temporada, pero fastidia siempre igual.

De nada sirvió que el rival se mostrase más vulnerable quizá de lo esperado o que incluso la suerte se aliase con los verdiblancos, permitiéndoles ponerse por delante en el marcador. Otra vez un fallo propio se convirtió en el mejor acierto ajeno e impidió que la calculadora dejase de formar parte del pack que cualquier aficionado heliopolitano debe llevar consigo cada domingo al fútbol. Menos mal que el eterno rival echó una manita y se impuso al Racing, dejando los ‘bajos fondos’ de la tabla un puntito más lejos, a siete de distancia.

Eso minimiza el mal sabor de boca que dejó la visita blanquiazul al coliseo de La Palmera. Porque se hizo lo más importante a estas alturas de Liga, puntuar, sí, pero casi todo el mundo se quedó con una tremenda sensación a derrota. Así, dando tantísimas facilidades al contrario para no irse de vacío, es imposible afrontar el futuro con tranquilidad. Sin duda hay margen para no dejarse ya los dedos sin uñas, pero tampoco estaría de más valerse por uno mismo sin necesidad de mirar lo que hacen los demás.

Y como el calendario es caprichoso, le presenta al Betis su enésima oportunidad para poder hacerlo, con un choque frente al Racing el domingo del que dependerá muchísimo si los nervios tienen sitio en el Villamarín o se marchan prácticamente para siempre. Una victoria dejaría a los de Mel con un rival menos en la lucha por la permanencia, puesto que los cántabros quedarían a diez puntos. Pero una derrota colocaría a los montañeses a tan sólo cuatro y con el ‘goal average’ ganado, por lo que habría que seguir haciendo cuentas algunas semanas más.

Por tanto, ha llegado el momento de dejarse de medias tintas, de dar un golpe encima de la mesa y confirmar que este equipo, incapaz por sus propios errores de mirar de mitad de la clasificación hacia arriba, tampoco quiere hacerlo de aquí en adelante hacia abajo. Porque tras la patochada de esta semana del silencio en la sala de prensa, es la hora de que los jugadores hablen donde tienen que hacerlo, en el campo. Ya no está permitido fallar más. Sólo queda apretar los dientes, darlo todo sobre el césped y que regalos como el del jueves no vuelvan a tener lugar.

J. Julián Fernández