Barcelona 4-0 Bayern Munich
LA DICTADURA DEL BARÇA
"Juegan once contra once y siempre ganan los alemanes". La frase correspondió a Lineker, ex futbolista del Barcelona. Ahora, esas palabras pueden traducirse al catalán e incorporarse al manual del Barcelona. Once contra once y siempre gana el mejor equipo del planeta, el Fútbol Club Barcelona. Triunfa el fútbol que marca un equipo inalcanzable que ya se ha ganado el cielo.
El Bayern fue pisoteado y eliminado de la partida. El Barça se marcó una primera parte mayestática que acabó con una eliminatoria que nunca existió. El mejor equipo de Europa, sin discusión, juega en el Camp Nou y avisó de sus intenciones conquistadoras, abriéndose paso por el Viejo Continente ganando batallas de artista.
El Bayern no es un cualquiera, pero lo pareció en Barcelona. Todo equipo es humano contra el Barça, un Ser Superior. El 'Pep Team' protagonizó otro capítulo de su lección particular con el balón. En esas condiciones, al rival sólo le queda agachar la cabeza y esperar, sólo esperar. Eran unos cuartos de la Copa de Europa de toda la vida, la madre de todas las batallas, y sólo jugó el Barça. Escribió su guión desde el pitido inicial y adentró al Camp Nou en un mundo de fantasia con el Bayern como víctima.
Los de Klinsmann olieron la exhibición, cerraron huecos y apagaron la luz. Al resto de equipos mortales les hubiese incomodado, pero el Barça está hecho de otra pasta. Se abrazó al balón y se convirtió en un rodillo inabordable. El Barcelona aprovechó en tres minutos, los que van desde el 9' hasta el 12', sus superpoderes. Etoo hizo daño por la frontal y asistió a Messi que, en solitario, hizo el primero con un disparo marca de la casa que ya ha convertido en infalible. Su toque con el interior, directo al segundo palo, superó a Butt, portero título del Bayern después del escarnio contra el Wolfsburgo.
Suspiros después, Messi intercambió los papeles con Samuel. El africano recibió dentro del área una asistencia majestuosa de Leo y, escorado, batió a un superado Butt. Habían pasado tres minutos y la embestida del Barcelona y su fútbol celestial era una realidad. El Bayern ya había conocido su destino en los cuartos de final y su fin en la competición.
Los alemanes entraron en estado, más preocupados de no llevarse más bofetadas que de incorporarse a la eliminatoria. El hambre del Barça hizo el resto. Sus números, su juego, se elevan ante la ambición de un equipo que siempre quiere más, que nunca descansa. El hambre lo ha transmitido Guardiola, al que le mandaron a la grada después de su mosqueo con motivos tras un penalti que el árbitro no concedió al Barcelona.
El susto del Bayern también tenía sus causas, razonables. Sólo hubo un equipo en el verde y vistió de azulgrana. Perdonó Henry en un par de ocasiones, responsable de los otros dos tantos. El francés retrocedió en el tiempo para recordar su velocidad de 'gunner' y originar el 3-0. Rompió a Oddo apurando hasta línea de fondo y sirvió al área chica, donde apareció el elegido de Dios. Era Messi, que metió su pierna de ángel para mandarla a las redes. No mucho después, fue el origen de todo en el cuarto. Van Bommel, entre tanto, se marcó un codazo criminal a la cara del argentino, justo cuando Etoo vio a Henry en ventaja. Golpeo de 'Titi' y 4-0, la realidad misma.
Tras el paso por vestuarios, el Bayern siguió con su dilema, pensar en pisar campo contrario o aguantar el fugaz paso del tiempo. El Barcelona siguió disfrutando. Con Xavi de director e Iniesta de gigante diminuto todo es mucho más fácil.
Hasta la defensa azulgrana respondió en las contadas ocasiones en las que fue examinada. Toni y Ribery vivieron 90 minutos de lamentos y sin razones. El Barça ya había pensado en su futuro, en ése en el que todos los caminos dirigen a Roma.
Liverpool 1-3 Chelsea
IVANOVIC DA MEDIA PLAZA AL CHELSEA EN SEMIS.
Branislav Ivanovic lleva más de un año en el Chelsea y, hasta ahora, no había marcado un solo gol con la camiseta de los 'blues'. El lateral serbio, que llegó en el mercado de invierno de 2008 procedente del Lokomotiv de Moscú, es el suplente del portugués José Bosingwa, pero la lesión del luso le ha abierto las puertas de la titularidad.
Hasta ahora, pues, era casi un ilustre desconocido. Pero hoy toda Europa habla de él y en Anfield, terreno sacrosanto del fútbol inglés, le temen más que al diablo. Y todo por dos despistes defensivos del Liverpool de Benítez. Lo nunca visto...
El enésimo duelo entre Chelsea y Liverpool tuvo un guión inesperado y un desenlace casi hollywoodiense, porque había que ser muy crédulo para creerse esta historia y muy imaginativo para si quiera idearla.
Hartos de los duelos tácticos entre Mourinho y Benítez, el espectador de a pie agradeció la apuesta ganadora de ambos técnicos. Liverpool y Chelsea fueron a por el partido desde el primer minuto.
Los 'reds' salieron tan enchufados como contra el Real Madrid, pero el Chelsea es, digámoslo así para no herir sensibilidades, un poco menos 'blandito' que el conjunto de Chamartín, así que aceptó el reto.
Con todo, los hombres de Benítez hicieron sangre en su primera llegada peligrosa. Kuyt cedía de tacón a Arbeloa, el lateral español centraba al área y Torres remataba de primera desde el punto de penalti para batir a Petr Cech.
El comienzo soñado en Anfield no intimidó al Chelsea, que tardó menos de un minuto en responder. Kalou robaba la pelota a Fabio Aurelio y pasaba a Drogba para que éste encarase en solitario a Reina, pero al '11' del Chelsea se le nublaron las ideas y disparó contra el muñeco.
Con las cartas sobre la mesa, los dos equipos siguieron generando ocasiones para desterrar cualquier prejuicio sobre este consuetudinario duelo. El toma y daca fue la tónica general durante la vibrante primera mitad. Lo mismo Drogba asistía a Malouda para que el francés rematase muy cruzado que Torres se las ingeniaba para quitarle la pelota a Lampard y rozar la gloria con un remate por encima de Cech.
Luego era el mismo Drogba el que desaprovechaba un buen pase de Ballack para disparar alto cuando había burlado por una vez la vigilancia de Carragher. Hasta Arbeloa se animaba y probaba fortuna con un remate con rosca que se perdía cerca del poste derecho.
Hasta Arbeloa se animaba y probaba fortuna con un remate con rosca que se perdía cerca del poste derecho
Anfield se lo pasaba pipa. Hasta que apareció por el área 'red' un tal Ivanovic para cabecear a la red un córner botado por Malouda. El tanto sólo logró enrabietar al Liverpool, que, como ya hiciera el Chelsea, tardó menos de un minuto en provocar el pánico en las filas contrarias. Fue Kuyt el que tuvo el 2-1 en sus botas, pero estuvo presto en el regate a Terry y torpe en la definición.
La segunda mitad respetaba el guión inicial (el del partido, no el de los malos augurios) y Gerrard tardaba cinco minutos en desatar las hostilidades con un disparo que no veía puerta. Drogba, que ya había avisado en la primera parte, rozaba el 1-2 con un remate raso y cruzado que sacaba Carragher bajo palos cuando Reina ya lamentaba su suerte. Y Torres cerraba la trilogía al culminar sin tino una dejada de cabeza de Gerrard.
Todo era normal. Excitante, pero normal. Hasta que Ivanovic decidió aparecer de nuevo. Otro córner, esta vez botado por Lampard, y nuevo cabezazo del serbio. Ver para creer: al Liverpool le hacían dos goles a balón parado en las narices de Benítez.
Un golpe así tumba al más pintado, pero aún faltaba la puntilla. Contra de libro del Chelsea. Pase en profundidad de Ballack a Malouda, centro del francés y remate impecable de Drogba llegando desde atrás. 1-3 y a pensar en el Barça...
Porque el resto del encuentro fue un ejercicio de impotencia del Liverpool. Benítez lo intentó todo y movió fichas hasta la saciedad. Salieron Benayoun, Dossena y Babel, pero el duelo era azul. De un azul intenso.
Anfield era un funeral, un solar baldío, hasta que atronó la voz de su afición.
Hasta tal punto que lo que pudo llegar fue un cuarto tanto 'blue' si Reina no anda despierto en un mal despeje de Dossena y un intento de remate de Lampard.
Con ninguna idea pero con casta, los de Benítez buscaban huecos donde no los había y Xabi cerraba el encuentro con un remate lejano que buscaba la escuadra izquierda y que Cech mandó a córner con apuros.
Anfield era un funeral, un solar baldío, hasta que atronó la voz de su afición, siempre fiel, para entonar una vez más el 'You'll never walk alone'. Y es que hay costumbres que no conviene perder ni en las peores ocasiones. Eso sí, el Chelsea se llevó el partido, y la eliminatoria, en la buchaca.
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