Se enfrentarán dos históricos, dos clubes imprescindibles en el panorama futbolístico nacional que sueñan con revivir tiempos pasados el próximo año en la élite.
Porque Sporting y Betis son claro ejemplos de pasión y fidelidad a unos colores, pero también de mala gestión en los despachos.
El Molinón es un estadio especial, un ‘must’ para todo aquel bético que sigue a su equipo fuera de Andalucía. Un lugar donde todavía se respira el ambiente de antaño, ese fútbol romántico, sincero y pasional que representaba a las mil maravillas Don Manuel Preciado.
Y es en estas citas cuando uno se da cuenta de la grandeza del Real Betis Balompié. Olvidamos por unos días el baile de consejeros y entrenadores; la inexplicable tardanza de fichajes con los que tapar las muchas carencias de la plantilla; las lesiones y los viajes a África; ni que este nuevo año en el infierno nos esté minando una moral a prueba de bombas.
Porque el Beticismo va a responder de nuevo, como ha hecho siempre. Un partido en Segunda, después de realizar la peor temporada de nuestra larga historia y a 800 kilómetros de Sevilla. Y la piel ya se me eriza al pensar que en Gijón se reunirán béticos llegados desde todos los puntos deEspaña porque su equipo, una vez más, los necesita.
Herederos de una fe llegados desde Salamanca, Barcelona, El Ferrol, Córdoba, Madrid, Oviedo, Andújar, Ronda y, por supuesto, la Ciudad del Betis. Unos en avión, otros en tren y la mayoría en buses y coches particulares. ¿Facilidades? Las justas en comparación con las que ofrecen la mayoría de clubes a sus seguidores. Pero allí estaremos.
Volverán tiempos gloriosos y pasearemos otra vez las trece barras por Europa, no me cabe duda. Mientras tanto, seguimos dando la cara. En las duras y en las maduras. Y como dice Curro Picchi: “España, abre tu paso y avisa a tus mares, ¡que vamos!”.
By Arunda - @MGuerreroYuste