te asaltan viejos recuerdos,
el pulso se te acelera y la sangre en tus venas
se vuelve a incendiar
es que aunque pasen los años
y las pasiones se acaben,
aquella perduró desde aquel primer gol
abrazado a tu padre.
Llego la adolescencia rebelde
y negaste todo lo aprendido,
enterraste costumbres, cambiaste de amigos,
de escuela y de barrio,
pero no había un domingo
que no recorrieras el mismo camino.
El mundo giró
te trajo amor, traición, responsabilidad,
la hermosa noche en que saliste campeón
y algún descenso que mejor no recordar,
el mundo giró
dejando claro que no es facil resistir
los desengaños, la amargura y el dolor
volaban cuando entrabas en el Villamarin.
Cuántas veces mirando al cielo,
con los puños apretados,
preguntases derrotado:
¿Por qué te querré menos?
Y el domingo otra vez, cargado de ilusión
al anudarte la bufanda daba un vuelco al corazón
sin mas motivos ni razón
que es el “Glorioso” quien te espera.
Se muere la rutina, se detiene el tiempo,
la vida es mas vida… rumbo a la Palmera.
Atila Landisky
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