Y pese al inicio dubitativo con un garrafal error de marcaje que supuso que Sidwell adelantase al Fulham, el Betis cumplió y dejó momentos que invitan a que veamos el futuro con optimismo. O al menos eso creo, porque hasta ahora los béticos hemos podido ver poco gracias a una televisión pública que prefiere nutrirse del nuevo peinado de Sergio Ramos o la anemia de Neymar.
Hace casi un mes que el Betis jugó su primer encuentro de pretemporada en Los Barrios. Tuve la ocasión de presenciarlo en directo, pero la entidad del rival y la premura de la cita no invitaban a extraer excesivas conclusiones de cara al arranque liguero en el Bernabéu.
Luego llegó el turno de Arcos, Coria, Braga, Huddersfield, Bolton y Wolves, partidos que seguí a través de las redes sociales y perfiles como el de Betisweb y los pocos periodistas que, como Mateo González (ABC), nos traen a diario toda la actualidad de nuestro equipo.
Pero ayer me lo tomé más en serio. El horario y la entidad del rival invitaban a seguir al segundo las evoluciones de los nuestros, así que sintonicé Radio Betis. Comprobé como una mala planificación y una horrible gestión de los recursos puede empañar la retransmisión que realizan dos buenos profesionales. Sonido deficiente, continuos cortes de señal… una falta de respeto al socio, al simpatizante y al aficionado. Me desesperé en los minutos finales y volví a twitter.
Luego pensé que hasta debía sentirme satisfecho, ya que en unos días la comunicación entre el Betis y su afición tocará fondo. Y es que la radio oficial se apaga, propiciando que aumente el aislamiento de los miles de béticos que no residimos en Sevilla.
Contaremos con una radio oficial cuyo trabajo se limitará a partir de ahora a retransmisiones de partidos vía web, algo tan ‘moderno’ que ‘copian’ desde hace años clubes de Tercera División con una masa social que ni se acerca al millar de personas. Seguiremos sin televisión, pese a proyectos con condiciones muy ventajosas para el club que circulan de cajón en cajón hasta perderse en el limbo. Y continuaremos aguantando cómo profesionales contratados para que la comunicación con el bético sea la mejor posible, ponen cerco al trabajo altruista de aficionados que, con la mejor intención, tratan de cubrir ese vacío informativo que deja el club de sus amores.
El Betis se niega a crecer en comunicación. Y no es que no tenga medios para hacerlo, sino que no le da la real gana y no cuida una parcela que, aunque pueda parecer secundaria, es tan importante como la gestión económica o la planificación deportiva.
Por Arunda