Y tanto por recordar no me dejaba. Pero siempre hay un bético, un tal Íñigo, que tiene la destreza y la magia de plasmar en palabras el partido que ganamos en el minuto 92, pero que empezamos mucho antes, muchos años antes... Gracias.
Nuestra victoria de ayer no fue ante el Sevilla FC. Aunque lo digan las crónicas, aunque lo digan el marcador del Sánchez Pizjuán, aunque lo diga la clasificación... Aunque el fútbol diga, y dirá bien, que nuestra victoria de ayer se produjo gracias al excelente trabajo del cuerpo técnico, al compromiso de los jugadores y a dos magistrales lanzamientos de falta de un chaval de Yurre, de otro vasco más en la centenaria historia del Betis, no fue solo un derbi lo que ayer ganamos.
Porque lo que ayer ganamos, lo que en cierta medida recuperamos, fue todo aquello que estábamos buscando desde hace 5 años, aquello que perdimos cuando un triste personaje escondido en su casa, un Calígula de pacotilla, escupió contra 100 años de historia de una pasión, de un sentimiento, de una herencia que se transmite de padres a hijos, de abuelos a nietos. Lo que perdimos cuando, justamente en un derbi, tuvimos que sufrir la humillación de ver un busto de bronce sobre la bandera que simbolizaba nuestro centenario, presidiendo el Palco de nuestra casa, esa a la que no había ido la Copa del Rey de dos años antes porque aquel pobre hombre la guardaba en su casa. Lo que perdimos cuando, de un plumazo, aquellos que aún no entendían lo que suponía que una creación colectiva, social, sociológica y que trasciende lo futbolístico, hubiese pasado a tener un amo, que nunca un dueño.
Aquel día, aquel Día de Andalucía del año del centenario del Real Betis Balompié, supimos todos lo que ya sabíamos muchos que habíamos perdido. Y se inició un camino sobre el que mucho se ha escrito y más se escribirá. Un camino en el que hubo que sufrir aún más humillación, aún más vergüenza, aún más lágrimas de las que más duele ver (sean cuales sean sus colores), que son las que derraman quienes al día siguiente tienen que aparecer por el colegio...
En ese camino, sí, ganamos un derbi, perdimos dos o tres, pero no es eso de lo que estoy hablando... porque incluso cuando ganamos aquel derbi, seguíamos perdiendo lo más importante, en un desangrado a chorros. Aunque, al mismo tiempo, lo seguíamos ganando, paso a paso, con hechos, con actuaciones y con compromisos. Y así, un 15 de Junio de 2009 65.000 almas se manifestaron por un lema: "Por tu dignidad y tu futuro, yo voy, Betis". Porque eso era lo que habíamos perdido, eso era lo que queríamos ganar.
Ayer no vencimos al Sevilla FC. No era esa nuestra victoria, por más satisfactoria que sea dentro de una ciudad dual y a veces cainita, dentro de la hermandad, la rivalidad y la guasa. Porque cuando ayer gritábamos gol lo hacíamos sabiendo que el amo esa noche no hablaría con "Ozerramón" para soltar patochadas, no tendríamos que avergonzarnos de ver un perro con nuestra bandera, no tendríamos que sufrir que nadie considerase propio el triunfo, ni a nosotros "creaturitas"... Porque ayer no gritaban gol las "creaturitas", sino los béticos. Y cuando gritaban gol gritaban todo lo que habían recuperado: la dignidad, el orgullo, la vergüenza, el respeto, la autoestima, el pasado, los ecos de quienes se fueron, la ilusión de los que vendrán, la tranquilidad de saber que todos esos niños no llevarán hoy su camiseta verdiblanca en el colegio por demostrar su casta sino por proclamar su alegría... Porque en definitiva, es eso lo que hemos recuperado en este camino de 5 años: la alegría de ser béticos.
No, ayer no vencimos al Sevilla FC, ni es tan importante ganar un derbi, por si mismo (mucha más trascendencia deportiva tuvo, por ejemplo, el que ganamos el 8 de Mayo de 2005). Tampoco fue tan importante aquel 2-4 de 1958, en sentido estrictamente deportivo. Pero en cierta medida ambos, al igual que otros derbis, han simbolizado el fin de travesías del desierto y la recuperación de muchas cosas.
Porque, al cabo, ayer se simbolizó una victoria que para los béticos es mucho más importante que ganarle a su eterno rival: Ayer vencimos a nuestros fantasmas, a nuestras maldiciones, a la indignidad, a la humillación, a la vergüenza, a la tristeza, a la desilusión. Ayer nuestra bandera cubrió para siempre el busto de bronce, demudando, de paso, a aquel otro pobre hombre que se permitió hablar de "estilo Betis", y al que tampoco tenemos nada que agradecer en cuanto a respeto hacia un sentimiento de tantas personas. Ayer, en fin, nuestro partido era contra nosotros mismos, como desde hace 5 años. Y la victoria de ayer representó la victoria de decenas de miles en ese empeño.
Por supuesto, aún queda partido y habrá que seguir escribiendo renglones: nada es definitivo, y menos en una situación institucional soportada en medidas cautelares. Pero nada ni nadie nos quitará la alegría de haber podido gritar gol sin las ataduras y la pena de un sentimiento secuestrado.
By Iñigo Vicente
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