Desde la ventana de mi oficina contemplo todos los días el ir y venir de los hinchas alrededor del Benito Villamarín, así como la ebullición de las colas alrededor de las ventanillas del estadio. Me llena de ilusión comprobar cómo la inminencia del inicio de la Liga 2011-2012 moviliza a miles de béticos, aunque la prioridad de la temporada no sea ni jugar en Europa, ni ganar títulos, ni quedar por encima de nuestros eternos rivales, pues para eso sirve precisamente la eternidad: para saber que hay tiempo de sobra.

Esos aficionados que ahora mismo compran sus abonos al solano de julio, lo hacen en realidad en nombre de sus familias, grupos de amigos o peñas provenientes de distintos pueblos, y me imagino que algo parecido estará ocurriendo ahora mismo en Granada, Bilbao, Valencia, Málaga, Gijón e incluso en el vecino barrio de Nervión. Cada abono es una suerte de billete de lotería con varias participaciones y que siempre tiene premio, pues tenerlo ya supone compartir un tesoro. Sin embargo, tratándose del Betis el tesoro no consiste en jugar en primera o fichar a los jugadores más carísimos. El tesoro bético es otra cosa y eso lo sabemos muy bien los Betis-Men.

En una memorable entrevista que ya tengo recortada para la posteridad, César Luis Menotti habló del Barcelona, de la Copa América, de Guardiola, de la selección española, de los indignados, de marxismo y del cigarro: «El fútbol es como la vida. No te levantas a las seis de la mañana y te pones a buscar a la mujer de tu vida; la encuentras o no» (El País, 11.07.11). Menotti fue campeón del mundo y ha entrenado a los clubes más grandes, pero los equipos que siempre le han devuelto la fe en el fútbol se llaman Huracán, «Ñuls», Platense, Rosario Central y Ferrocarril Oeste. Por eso no me sorprendió leer: «Y me gustaba el Betis, mucho. El Loco de la Colina me habló de dirigir al Betis. La cuestión es que vine del Atlético y firmé por River y a la semana me llamó para dirigir al Betis. Me quería morir, siempre quise dirigir al Betis». Hay algo mejor que ganar pero que tampoco es competir. Menotti lo sabe porque es un Betis-Men.

A diferencia de otras siglas y colores, para ser un Betis-Men no hay que haber nacido en Sevilla. El Barcelona y el Real Madrid tienen hinchas por todo el mundo, pero no inspiran un sentimiento como el que nos embarga a los Betis-Men. La publicidad del club habla del «sentimiento verdiblanco» que se transmite de padres a hijos, pero uno prefiere hablar del «sentimiento trágico de la liga», en las dos acepciones unamunianas posibles: la del escritor y la del centro delantero. Ese sentimiento es universal. Los Equis-Men sólo tienen un Lobezno, pero todos los Betis-Men tenemos de nacimiento un factor curativo a prueba de bombas. Los Betis-Men hemos sobrevivido a la división del Apocalipsis; la Patrulla Betis ha derrotado a Mangueto (¡cómo mangaba Mangueto!), y ahora los Betis-Men volvemos a primera liderados por el profesor Mel Xavier. Comienza la Liga del año I después de la Copa del Mundo. La era de los Betis-Men.