DE LA INDIGNACIÓN...
Hace unas semanas se editó en España un libro que, en tres meses, batió récords de ventas en Francia. No es muy extenso, solo unas 40 páginas, y está escrito por un señor que tiene la corta edad de 93 años; su autor es Stéphane Hessel, antiguo miembro de la Resistencia Francesa en la II Guerra Mundial, preso en campos de concentración alemanes, fue condenado a la horca, de la que milagrosamente se libró utilizando la documentación de un muerto que además, como añadiría Lopera, había fallecido. Hessel lleva toda su vida comprometido en la actividad política y social, fue diplomático francés muchos años y uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1.948.
Este libro, con el espectacular título de INDIGNAOS, no es una autobiografía de Hessel, sino un brutal llamamiento a la rebeldía a la sociedad civil francesa y europea para que no permanezcamos impasibles ante la pérdida de los derechos individuales y sociales conseguidos en Europa en el pasado siglo. Nos dice en él, que la peor actitud es la indiferencia, porque uno de los componentes indispensables de nuestra condición humana es la facultad de indignarse, y como consecuencia de esa indignación, el compromiso; cuando algo nos indigna, nos movilizamos, nos convertimos en militantes, nos sentimos comprometidos, y entonces, nuestra fuerza es irresistible.
Hoy en día son muchos los llamamientos a la sociedad civil para que los ciudadanos recuperen el papel protagonista en nuestras democracias, pero cada vez es más extraño el compromiso y la militancia con lo que se cree. Lo que hemos vivido y estamos viviendo en el Betis es, sin duda, una raya en el agua en nuestra sociedad, porque lo que han protagonizado esas decenas de béticos anónimos, y no tan anónimos, desde Por Nuestro Betis, Béticos por el Villamarín, Liga de Juristas Béticos, Fundación Heliópolis, peñas, foros de internet, tertulias béticas, ha constituido una auténtica rebelión social.
Y no se ha hecho en defensa de otros principios y valores que, en un orden lógico, están sobre aquello que nos movió a actuar; porque sin duda, lo que nos llevó a emprender este camino a muchos fue el sentimiento, el sentimiento por el Real Betis Balompié. Ni el presunto valor de las pocas acciones que tienes, ni el interés económico en una sociedad anónima, ni un interés personal por prosperar o medrar personalmente, es el cariño por aquello que te enseñaron a querer desde pequeño; el Betis, un sentimiento que supone algo importante en nuestras vidas, como lo fue para aquellos que ya nos dejaron, como lo será para los que nos sucederán.
Los del Atleti aún se andan preguntando por qué son del Atleti, esa interrogante no existe para los béticos; es más mantengo con algunos que el Betis, los béticos, el beticismo, son anteriores a 1.907. Hay los que afirman que Zenón y Crisipo, padres de la escuela filosófica griega del estoicismo, ya tenían su carné del Betis, de fila 0, casi 300 años antes de Cristo.
Somos del Betis, y eso lo sabemos ciertamente todos los béticos, porque ningún bético iba a consentir, ni hace cien años ni ahora, que el hijo de un obrero no jugase al fútbol en nuestro equipo.
Somos del Betis porque la humildad, la rebeldía, y la alegría por vivir, son nuestras señas de identidad ante la prepotencia, el conformismo, y eso tan tenebroso de “hasta la muerte” de otros.
Somos del Betis porque lo somos tanto perdiendo un derbi por 22-0, jugando niños contra hombres, como trayendo a Sevilla el primer título de Liga.
Somos del Betis porque somos la mejor afición tanto en el San Juan Bosco de Utrera, en Tercera, como en Anfield Road jugando la Champions con el Liverpool.
Somos del Betis porque en los momentos más duros y tristes gritamos un profundo y sentido Betis, Betis, que devuelve la vida a corazones que se paraban, somos del Betis porque en los momentos más alegres siempre se nos escapan unas lágrimas acordándonos de aquellos béticos que ya no están con nosotros.
Somos del Betis porque aunque el sátrapa y felón no lo pudo, ni pueda, entender, ya lo dijo D. Pascual Aparicio, mientras haya un bético habrá Betis.
Y es que en ocasiones, en estos años de pelea, aquellos con más edad comentábamos la sensación que teníamos de que parecía que estábamos otra vez a finales de los setenta, en plena transición, habíamos recuperado la ilusión y las ganas de cambiar las cosas, qué felices éramos luchando contra Lopera…Es bueno sentir que uno está vivo, que uno pelea por cosas que merecen la pena, por la justicia, por la dignidad, en este caso, por un sentimiento que compartimos tantos. Y el súmmum llegó con la manifestación del 15 de Junio de 2.009, promovida en una asamblea de PNB tras un incendiario discurso de otro joven nonagenario como D. Alfonso Jaramillo; un día inolvidable en la historia del Betis, donde decenas de miles de béticos pidieron en la calle para el Betis dignidad y libertad, porque la justicia ya la habíamos pedido en el Prado hace tiempo.
Esto ha sido, es, y seguirá siendo, una lucha por la dignidad, por la honradez, y por el futuro del Betis, contra aquellos que lo han usado para su beneficio propio tantos años. Porque, además, Sí sabemos lo que queremos, un Betis digno y moderno, con unas estructuras sólidas y duraderas, porque en esta oportunidad histórica los béticos debemos trabajar para intentar hacer algo nuevo y mejor. Un proyecto de club basado en la profesionalización, en la eficiencia, en la cantera, en el equilibrio económico, en la potenciación y explotación plena de una gran marca como lo es el Real Betis Balompié, y donde la opinión de los béticos, auténticos y únicos propietarios del Real Betis Balompié, sea oída y tenida en cuenta. Y en esas ideas, en ese proyecto, hemos coincidido muchos, no nos dejemos confundir por los protagonismos infantiles y ridículos de algunos, por los odios africanos de otros, no nos van a privar con sus gritos y comportamientos obscenos del derecho de intentar algo nuevo y mejor para nuestro Betis, en ello es en lo que debemos estar.
By Nilescrane
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De la indignación a la esperanza (Parte 1ª)
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