No te conozco personalmente ni falta que me hace. Yo crecí viéndote subir la banda desde mi gol norte de barandillas y autobuses de los amarillos. Aquello era otra cosa, yo era un niño y la ilusión de ir con mi hermano a ver al Betis era grandiosa. Qué tiempos y qué momentos, ahí nació mi inocencia bética. Esa inocencia aliñada con pases de Cardeñosa, con la imponente y negra figura de Antolín Ortega, con gentes como Canito, el pobre, con ese Poli Rincón gladiador, más madridista que bético, pero que en el Betis se hizo grande.
Cuando se fue al Madrid lloré por no creerlo, era un chaval que veía un ídolo irse a un grande, cuando el Madrid era otra cosa… Lo ví venir con la Quinta, ya era yo otro y estaba en otros lares de la vida. Pero Gordillo, el Gor_do, es como ese faro en el que guiarse. Recuerdo, y lo habré dicho alguna vez… que si en los desvaríos infantiles me decanté por el Betis fue quizá en un partido que el Betis vino a jugar a Bellavista y me ví con un bic de aquellos amarillos y una hoja de papel cuadriculado delante de mi ídolo, pidiéndole una firma que creo que estará tan guardada en algún lugar de casa que el día que salga me devolverá a aquella noche veraniega de los ochenta, muy al principio.
Me lo volví a encontrar en el homenaje de Siempre Verdiblancos, ese homenaje que el club tenía que haber dado a sus leyendas y al final se lo dió a un perro. Allí lo ví emocionado, agarrado a un cuadro que tuve el privilegio de hacer y que ponía simplemente GRACIAS. Uno de los momentos más emocionantes que he vivido como bético, y no fue en un campo de fútbol.
Hoy, acabo de ver en diez minutos de vídeo años de historia del Real Betis Balompié, en casa de uno de los nuestros, que no se nos olvide, como le gusta decirlo a él. En una habitación hay más Betis que, desgraciadamente, en todo nuestro campo de fútbol. Porque el Betis es eso, la construcción de un sueño aunque tenga ladrillos negros de pesadilla. Una construcción lenta, pausada, sencilla… hecha de momentos, de anécdotas, de gentes tan buenas o no tan buenas detrás de un balón, pero gentes que tienen una camiseta y gentes que tienen una responsabilidad, la responsabilidad de ser béticos.
Me he quedado pensativo tras verlo por segunda vez… Por qué narices no están esos tesoros expuestos en un magno museo de nuestra historia, ¿POR QUÉ? Y ahí es donde observo de verdad el resquebrajamiento del Betis. No en irnos a segunda o en quedarnos con otros pírricos 42 o 43 puntos. En ver vacío de contenido el alma bética. No hay nada, y si lo hay no está en su casa o está por los rincones… como bien pudimos comprobar en el centenario.
Ahí es donde está abandonado nuestro club… Hay un campo verde, maravilloso, no digo que no, medio estadio que mira al otro medio todavía con el estupor de no creérselo. Incluso tenemos un monumento que más bien es un medio estorbo sujetabotellonas que perdió su sentido en el mismo momento de su inauguración por mor de una palabreja nueva que acompaña a los béticos junto con criaturitas, DESTRUCTORES. Una pena que el mismo que “altruistamente” (a este paso ir al palco va a salir más rentable que pagar un monumento) lo hizo, altruistamente metió los nombres de los béticos en un CD y si te he visto, ni me acuerdo ni tengo por qué mirarte.
Son esos tesoros, una medias rotas del Gor_do o una camiseta del Mundial del Flaco, roída por la edad o simplemente sacada de un baúl, las que forman el alma bética y no están, no aparecen por ningún lado ni parece que nadie dentro del club se haya molestado en invocarlas. Lo hicieron allá por el 2007 y ya sabemos qué pasó. Pero por eso vuelvo a darle las gracias al Gor_do, porque me ha enseñado parte del alma bética que todos los días busco para no ir al campo de fútbol a “consumir” mi abono, sino que al andar lo que se anda allá donde se deja el coche… encuentre a un padre con su niño, a una abuela con su nieto, a un cuarentón con la meyba orgulloso, y quiero para ellos lo que quiero para mí, ALMA BÉTICA, un alma perdida que aparece como destellos en cualquier lado de la geografía mundial… menos donde debería ser el santuario de ella, la casa de los béticos.
Lo dicho, muchas gracias
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Gracias Gordo
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