Hoy tengo que hablar de fútbol porque lo sufro en mis carnes.
Siento que muchas de las personas que entrais por aquí no veais coherente ni racional este artículo. No lo es, pero me sale del alma, y al igual que no se le puede dar cuartelillo al ego, uno también tiene sus pasiones (solemos adornarlas con aquello de las convicciones), que en el caso de un equipo como el Betis, van mucho más allá del fútbol.
La semana pasada ya escribí una entrada dedicada al Betis, titulada estamos en la UVI. Todos los béticos nos temiamos lo peor, pero en el fondo nadie pensaba que iba a pasar y como estaba escrito, pasó. Se dió la peor de las carambolas y hemos bajado a segunda división. Algo anecdótico en 102 años de historia de un equipo humilde.
Como apuntaba entonces, puede que ésta sea la solución para poder acabar de una vez por todas con ese ****** llamado Lopera, que se hizo dueño del equipo al comprar la mayoría de las acciones de una sociedad anónima. Hace unos años alardeaba de que las llaves eran suyas y que no tenía a quien dárselas y lo peor de todo ésto es que es la verdad. No hay otra, por mucho que se grite lo contrario.
El Betis es un cortijo que tiene dueño y lo tendrá hasta que éste personaje quiera o se muera. Puede hacer y deshacer como le venga en gana, tratar a las personas y sus sentimientos como si de "criaturitas" se trataran, expresión que el mismo utiliza como estandarte de estar por encima de los demás. Presume de tener el máximo poder del Betis, las llaves y según dice su vida depende del mismo, alardeando de una salud maltrecha por culpa de ese noble sentimiento. Sobre su capricho, están el presente y el futuro de casi un millón de aficionados repartidos por el mundo, que no les queda otro papel en este drama que aguantarse.
La historia del Betis está llena de temporadas en segunda y en tercera, por lo que bajar de categoría podría ser algo anecdótico. De hecho, somos el único equipo que ha ganado en todas las divisiones porque hemos sido siempre un equipo irregular que a base de casta y gracia se hizo con el cariño de toda España. Pero ser humildes y modestos no era ninguna deshonra. Al contrario, era nuestra bandera, algo que las nuevas generaciones no terminan de entender, porque creen que la grandeza está en ganar la Champions o una Liga. Era el equipo de los pobres y era una utopía que a base de fidelidad y milagros se hizo una leyenda. Sin embargo, ese camino lo trazaba la propia masa unida, sin que nunca se diera el caso de que los béticos fueran propiedad de nadie.
Estamos ante un fundamentalista y fanático religioso que no venera a Jesús de Nazaret sino al Señor del Gran Poder del que guarda una camiseta de una noche de procesión que según él estaba sudada. El Gran Poder es una talla veneradísima en una Sevilla tradicional, que confunde demasiado el folclore y el arte, con los verdaderos valores cristianos, y lo más importante por los valores humanos.
El Betis para muchos es una religión pero que va más allá de un Dios omnipotente que marca los caminos de cada uno. Es la rebeldía del pobre que en la unión y la desgracia ve la esperanza verde, y hace de la realidad que suele ser el sufrimiento (perder) una alegría, en un grito con faltas de ortografía (manque) como no podía ser de otra forma, que antepone ante todo un ideal (el Betis). Es la razón por la que en Brasil el fútbol se antepone a todo.
Todo eso se ha perdido y sólo queda el recuerdo de esta ilusión, aunque en el fondo no está perdido de todo porque si no fuera así ni yo ni la mayoría de los béticos de betisweb, estaríamos escribiendo panfletos como éste.
El espectáculo que damos ante España es penoso. Año tras año el patriarca, monta unas historias sobre una supuesta venta a un grupo de Londres, de Dubai, a un jeque árabe y cosas por el estilo, amén de formar una comedia vergonzosa cada vez que firma a un jugador, haciéndolos pasar por el calvario de arrastrarse por unos euros, incluso noches enteras, en la horterada de casa palacio donde mueve los hilos de toda una serie de negocios nada transparentes y que lo han llevado a tener que dar explicaciones ante la Justicia.
De la Justicia poco cabe esperar, porque ya se saber que suele ceder ante los poderes. Querer obviar el grandísimo poder del señor Lopera es equivocarse y confundirse. Sólo los políticos que gobiernan saben lo que es tener el mando sobre un pueblo, pero la diferencia es que en este caso como pasa con las dictaduras, el poder es perpetuo. Por tanto sólo hay una solución que pasa con que la gente se eche a la calle y sufra, algo de lo que no estoy muy seguro que merezca la pena por un equipo de fútbol. Por el pan de unos hijos puede y ni aún así se hace en estos tiempos que corren como pasa en Cuba, por lo que no tiene sentido pedir una extravagancia como ésta.
No obstante no nos olvidemos que está en juego la pequeña ilusión de miles de personas que sufren el paro, la soledad y el desarraigo familiar, las adicciones en sus carnes o en la de personas cercanas a ellos, la falta de educación ni capacidad de pensar de jóvenes manipulados que acuden a la violencia sin motivos aparentes, la falta de medios económicos en una sociedad consumista que ha creado una industria del ocio que hace infeliz a quien no pueda pagarlo, en definitiva una sociedad deshumanizada.
Por tanto, apelo a la responsabilidad de los poderes públicos a la hora de evitar incidentes futuros. Creo que antes o después la masa se rebelará ante la tiranía de este señor y no se debería de dejar impune a una persona de la que hay tantísimos indicios de presuntos delitos. Entiendo que no es racional que por un club de futbol se pueda llegar a la violencia, pero los sentimientos son un poder incontrolable, las pasiones siempre nos llevan al desastre, llámense guerras, drogas, religión o este tipo de refugios que hacen del fútbol un grandísimo poder.
En el fondo, todos tenemos algo de fanáticos y cada uno lo canaliza como buenamente puede. Además conozco a pocos béticos que no sean fanáticos.
VIVA EL BETIS MANQUE PIERDA!!!
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Un grandísimo poder sobre un sentimiento.
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