Mientras tanto, disfrutaremos de un torneo de gran enjundia, merced al caché de los participantes.
Brasil 3 - Japón 0
Siempre hay ganas de ver a Brasil, pero con la presencia de la 'omnipotente' España y un Mundial cada vez más cerca que se disputará en su casa, el interés había aumentado considerablemente. No tardamos en ver quién es el protagonista de este combinado carioca.
Neymar, el gran nombre de este verano por su llegada a Barcelona, tiene en la Confederaciones la primera reválida para demostrar que está capacitado para entrar en el engranaje de uno de los mejores conjuntos del mundo, como es el azulgrana.
Pudimos observar gran parte de lo que es esta Brasil. Individualidades maravillosas que ocultan en gran parte las carencias del funcionamientos colectivo, y un Scolari inteligente cuya disposición táctica suma mucho más de lo que resta, potencian virtudes y minimizando unos defectos que se encuentran en su mayoría en la medular.
Esas carencias radican principalmente en la falta de un mediocentro creativo puro, que sepa originar fútbol de por sí y que con su visión de juego ayude a las transacciones defensa-ataque. No lo hay, por eso 'Felipao' opta por Luiz Gustavo como pivote de contención, cuyo cometido es taponar las vías de agua que se puedan originar con las subidas de Alves y Marcelo.
Atrás aguarda el mejor central del mundo (mera opinión), un Thiago Silva descomunal, que barre todo lo que encuentra y más, y un David Luiz con una limpia salida que además también corta lo suyo. En el medio Paulinho aportó dinamismo, técnica y llegada. Eso posibilita incluso que Neymar se desplace al carril central, donde entonces si se puede vislumbrar cierta fluidez hacia los puntas.
Esto es Brasil, con sus pequeñas taras, pero un equipo en formación y con mimbres para ser muy competitivo.
Por contra, nos encontramos a una selección japonesa que fue mucho menos de lo que algunos esperábamos. La inocencia e incluso la timidez, rasgos característicos y que conforman el mal endémico del fútbol nipón, volvieron a aparecer en el partido ante Brasil. Jugadores de gran categoría y peso en sus clubes, como Kiyotake, Honda o sobre todo Kagawa, apenas aparecieron y Japón lo notó de manera determinante. El golazo tempranero de Neymar también ayudó a que los japoneses se viniesen abajo y no fueran rival para la 'canarinha' casi en ningún momento del choque.
Deberán mejorar de forma ostensible si quieren que la Copa Confederaciones sea ese impulso para la selección que los japoneses llevan esperando demasiado tiempo. En los próximos choques, es de esperar la entrada en el once de Takashi Inui -primorosa temporada la suya en el Eintracht-. Japón tiene talento, le falta ese ¿gen competitivo?, ¿carácter?, que otras escuadras de menos calidad son capaz de exprimir para llegar lejos.
México 1 - Italia 2
Se esperaba una candidatura seria de Italia de cara al triunfo en esta Confederación, y esa ya está aquí. Llego superando a una selección mexicana que sigue sin dejar buenas sensaciones, a pesar de que permaneció viva en el encuentro hasta los últimos instantes.
Italia fue más, hace tiempo que la 'azurra' vence y convence, lo pudimos ver en la última Euro y también ayer.
Pese a desplegar un juego ofensivo, con una presión alta y llegada al área rival, el gol italiano se produjo a balón parado. Otra obra de arte de un jugador de leyenda. Pirlo con su habitual maestría la colocó en la escuadra, poco tenía que hacer un Corona que ayer lo sacó casi todo. México no se rendía, sobre todo de la mano de Guardado, que fue quizás el jugador más incisivo del combinado 'tricolor'.
Entonces, quizás cuando menos se esperaba, Barzagli erró ante la presión de Gio. El mallorquinista ha madurado muchísimo en el último año. Ya no solo se muestra como un jugador talentoso y que en cualquier acción puede ser diferencial, si no también trabajador y constante.No baja jamás los brazos y eso fue clave para que su selección consiguiera el empate.
Chicharito transformó el penalti cometido sobre Gio. México se encontró en una situación que probablemente ni ellos esperaban, conscientes de que están muy lejos de su mejor momento, pero era momento de apretar los dientes y pelear ante un titán cada vez más sobrio, a pesar de que no se puede decir de que ayer rayara a su nivel más alto.
La segunda parte no cambió demasiado. Italia lo intentaba, aunque con menos peligrosidad en sus aventuras por el área contraria. México achicaba como podía, con bastantes deficiencias a la hora de salir de campo propio. Pasaban los minutos y parecía que los aztecas podían rascar algo positivo ante el subcampeón de Europa. Hasta que llegó Balotelli. El milanista se antepuso a Maza Rodríguez, batió a Corona y situó el 1-2.
Pareció ser el fin del partido, pues los mexicanos no mostraban síntoma alguno de reacción. Italia se limitó a controlar, algo que también hace muy bien, llevándose la primera victoria del torneo. Ahora gustan más, han sumado un punto de estética a su estilo de juego, y encima siguen siendo igual de competitivos que siempre.
España 2 - Uruguay 1
Todo de lo que hemos hablado hasta ahora es fútbol. Pero es difícil aseverar que lo que ayer desplegó España es el mismo deporte que el de los anteriores partidos. Independientemente de la hora, siempre apetece ver un partido de esta selección española, más aún si es ante un rival de tronío, porque no olvidemos que el contrincante era nada más y nada menos que el campeón de América, una Uruguay que cuenta en sus filas con arietes por los que se pelean los mejores clubes del mundo, y con otro puñado de futbolistas que militan en equipos poderosos del fútbol europeo.
Ante ellos se situó España y comenzó a rendir homenaje al balompié a través de la pelota. Una obra de arte de dimensiones solo comparables a las realizadas ante Rusia en 2008, ante Alemania en el Mundial de 2010 o frente a Italia el verano pasado en la final de la Euro 2012. Son los mismos, juegan a lo mismo y enamoran a un número cada vez mayor de aficionados, mejor dicho, a todos los que tienen la oportunidad de disfrutar de esta maravilla.
Cuenta además España con la capacidad de hacer chico al mayor gigante. Porque como hemos nombrado anteriormente, ayer el rival era Uruguay. Sí, un grande. Un grande que se vio ultrajado de la misma forma que lo sufrieron Rusia, Alemania, Francia, Holanda o Italia. Un auténtico títere en manos de los Busquets, Xavi, Iniesta, Pedro...y Cesc.
El ex del Arsenal ha sido muy criticado desde su llegada al Barcelona, en ocasiones demasiado, y quizás sin piedad. Sin tener en cuenta que en contadísimas ocasiones ha tenido la oportunidad de demostrar todo lo que tiene haciéndolo en su sitio original. Cesc tiene recorrido, llegada al área rival y gol, pero situarlo desde el principio como una especie de referencia ofensiva, acuñado como 'falso 9', es un sacrilegio demasiado grande para un jugador cuyos quilates son infinitamente valiosos como para ponerle trabas a su esencia. Tanto en la selección como en el Barça se le han cortado mucho las alas, y encima se le ha puesto a caer de un burro por no practicar un vuelo de altura. Injusto.
Cesc necesita estar cerca de la base de la jugada, crear, dirigir, llegar...ese es el que nos enamoró en el Arsenal. Pero si eso no puede ser, al menos necesita libertad de movimientos, libertad de asociación con jugadores que en juego combinativos sientan cátedra partido tras partido. Lo pudimos observar ayer, otra vez. Al talento hay que ofrecerle una mayor emancipación del rigor táctico. Luego te lo devuelven con su calidad innata.
E Iniesta. Nada que no se haya dicho ya. Es una pena que como el resto de los mortales vaya sumando años a su físico, porque cuando se viste de futbolista está claro que no es como el resto de los mortales. Será una pena dejarlo de disfrutar algún día, pero será un orgullo poder presumir de haberlo visto repartiendo admiración durante tantos partidos. Ayer España, de la mano de Cesc y de Iniesta, completó una primera parte bárbara.
Cualquier adjetivo para calificar esos 45 minutos quizás suenen demasiado grandilocuentes y no expresen la magnitud del primer periodo español. Se sigue demostrando que a esta selección le basta con un pivote de contención. No hay que defender más, porque si tienes siempre la pelota es difícil que te hagan daño. Busquets estuvo de diez en la recuperación y sobre todo en la anticipación, ahogando a Uruguay con su capacidad de anteponerse al pase rival. Cesc, Iniesta y en menor medida Xavi, ponían la magia, la excelsa triangulación, con pizcas de velocidad endiablada y desborde de Pedro.
Soldado, un delantero que no está al nivel de la medular española, pero que al mismo tiempo es un ariete muy digno para este equipo, ofrecía el remate y la finalización.
Uruguay sufre en la construcción, sufre tanto que directamente elimina cualquier posibilidad de que la pelota viaje de forma conducida a ras de césped. Sabe sus limitaciones, las intenta esquivar y en multitud de ocasiones lo consigue. Pero cuando tu punto débil coincide con el más fuerte de tu enemigo y además no de un enemigo cualquiera, la cosa se traduce en una incapacidad manifiesta. La que padecieron ayer los charrúas. Recurrir al coraje, a la lucha, al amor propio, parecía el único camino para aguantar. Eso y rezar para que algún balón llovido del cielo les cayera a Cavani o Luis Suárez. No hubo milagro. Aunque al menos Uruguay se libró de una derrota mucho más manifiesta.
Partidos para hoy: Tahití - Nigeria /21:00 hrs.
José Bonilla