Los aficionados verdiblancos que presenciaron ayer el calamitoso partido del conjunto bético no tenían ni en sus peores pensamientos que un derby durase cinco minutos. Esos cinco fatídicos minutos marcaron un partido sin historia para los heliopolitanos.

Sacar de centro y que a los trece segundos te hagan un gol en contra solo les pasa a aquellos equipos que no salen concentrados y motivados en un partido de fútbol.
El regalo de Adrián al desahuciado Reyes; la falta de concentración en el marcaje del primer gol de Fazio al que se une el nerviosismo de Adrián sin saber que hacer para evitar el gol; la inestimable colaboración y falta de concentración de Nelson en el tercero; y el espectacular remate de un defensa central, libre de marca, al mejor estilo Santillana, dejaron un partido sentenciado en una primera parte para olvidar, tal vez la peor del equipo de las trece barras verdiblancas a lo largo de toda su historia.

Todo bético suplicaba que la goleada no fuera mayor, “Virgencita virgencita que me quede como estoy” pensaban muchos de ellos. Cayó uno más que no hizo más que ahondar en la sangrante herida que tenía el corazón de todos los béticos.

Lo mejor del partido, como siempre y no podía ser de otra manera, la AFICION verdiblanca. Ir perdiendo por 4-0 en campo del eterno rival y se siga apoyando al equipo como si el resultado no importara. Pensar con el gol de Rubén Castro en que la igualada podría incluso ser posible. Esa afición que no deja nunca a los suyos solos. Como dice ese cántico en verdiblanco, “No me falles Real Betis, yo nunca te he fallado”, pero ayer el Real Betis si falló en el lugar donde menos tenía que hacerlo.

Poco más que decir. La cara, el semblante y el ánimo de la afición fue el fiel reflejo del partido que los jugadores verdiblancos brindaron a los suyos.

Miguel Diaz de Betisweb.com