Las palabras de María.... Las palabras de Pino....
María Martín López entró en una de las salas de Tribunal Supremo vestida de negro riguroso y ayudada por un andador. A sus 81 años apenas conserva la voz, pero sí intacta la memoria. Allí, sentada delante de los Magistrados encargados de enjuiciar a Baltasar Garzón por investigar los crímenes del franquismo, recordó cómo los soldados fascistas se llevaron a su madre “por no tener mil pesetas” a rastras antes de ejecutarla junto a otras 30 personas (27 hombres y 3 mujeres) en la localidad de Pedro Bernardo. María narró cómo ella y su hermana fueron torturadas y vejadas durante su niñez y adolescencia, obligadas a beber aceite de ricino y a comer guindillas, mientras su padre permanecía en prisión; tras quedar en libertad, el hombre reclamó el cuerpo de su esposa para enterrarlo, y fue amenazado de muerte por las autoridades, “no vayamos a hacer contigo lo que hicimos con ella”.
Pino Sosa, de 75 años, relató la detención y tortura de su padre y compañeros con solidez en la voz, algo quebrada mientras narraba las peripecias para encontrar el lugar en el que tanto él como otras 500 personas fueron enterradas clandestinamente tras las torturas y ejecuciones en un lugar de Canarias. Su madre nunca aceptó el certificado de defunción que le expidieron las autoridades fascistas y simpatizantes de los nazis que gobernaban en ese momento para demostrar el deceso de su padre. “Vivo se lo llevaron, y vivo lo reclamaba”, la madre de Pino se negó a ser considerada como una viuda.
Ambas mujeres pertenecen a grupos que pretenden recuperar los cuerpos de sus seres queridos para darles un entierro digno, para reivindicar su memoria. Los testimonios de María y de Pino suponen un hito histórico para la historia democrática de nuestro país, porque son las primeras personas que narran en sede judicial una serie de hechos sobre los que se ha tratado de poner sordina, apelando al discurso del miedo, de la desmemoria y de la tergiversación de nuestra Transición hacia el sistema de libertades que hoy disfrutamos. La Transición requería entendimiento y reconciliación, jamás olvido.
Para vivir en democracia los demócratas renunciamos a pedir responsabilidades penales a los criminales fascistas que abusaron de su poder durante 36 años, pero no hemos renunciado a reclamar la digna memoria de las personas que lucharon por conservar las libertades en nuestro país, y que dieron su vida por ello. María y Pino no reclamaban encarcelar a quienes torturaron y asesinaron a sus seres queridos, reclamaban su justo derecho a que las autoridades ayuden con todas sus energías a reconocer su dolor, y a encontrar a sus familiares enterrados en el olvido. Las palabras de María y Pino representan la fuerza de la memoria ante la insidia de la ignorancia, las palabras de María y Pino tienen, en definitiva, la legitimidad de a quienes le asiste la razón.
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