Respuesta: Las tertulias de los Miercoles
Las Suffragettes: El movimiento por el voto femenino en Inglaterra
Hacia 1865 once mujeres formaron un grupo de discusión en Londres denominado “La Sociedad de Kensington”. Nueve de estas once mujeres eran solteras y estaban intentando comenzar una carrera en educación o medicina. Las integrantes de la sociedad cuestionaban el hecho de que a las mujeres no se les permitiera votar en las elecciones parlamentarias, por lo cual decidieron elaborar una petición para que se les otorgara tal derecho.
En 1867 se suma a la Sociedad londinense por el sufragio de la mujer Millicent Fawcett, una moderada oradora con un gran poder organizativo que pronto se convierte, gracias a éstas cualidades, en la líder de las sufragistas londinenses. Movimientos similares de mujeres por el sufragio habían comenzado a formarse a lo largo de toda Gran Bretaña. Uno de los más importantes de estos era el de Manchester en el que emergía como figura significativa la científica Lydia Becker.
En 1887, diecisiete de estos grupos individuales se unieron para formar la “Unión Nacional de Sociedades por el Sufragio de la Mujer”. Esta agrupación organizaba encuentros públicos, peticiones, escribía cartas a políticos, publicaba periódicos y distribuía literatura gratuita. El sustento de estas acciones era la importancia otorgada a la intervención de la Unión Nacional de Sociedades por el Sufragio de la mujer en causas varias, entre las cuales se incluía por ejemplo el apoyo a Josephine Butler en su campaña contra el tráfico de esclavos blancos; o a Clementine Black en sus intentos de persuadir al gobierno para que este protegiera a mujeres trabajadoras con salarios bajos.
En el año 1903, quienes estaban dispuestas a ir más allá de las pacíficas manifestaciones y actos públicos abandonaron la organización moderada y conformaron la Unión Social y Política de Mujeres. Lideradas por la carismática señora Emmeline Pankhurst y sus hijas Christabel y Sylvia, la nueva organización se planteó una nueva estrategia que no incluía los métodos constitucionales favorecidos por la antigua agrupación. Su objetivo seguía siendo la consecución del voto femenino pero diferían en cuanto a los medios para su obtención: estas mujeres estaban dispuestas a implementar la acción directa en pos de sus objetivos
En 1905 se genera una gran conmoción cuando Christabel Pankhurst y Annie Kenney interrumpieron un encuentro político en Manchester para preguntarle a dos liberales —Winston Churchill y Sir Edward Grey— si creían que las mujeres debían poseer derecho a voto. Ninguno respondió y en respuesta a ello las dos mujeres sacaron una pancarta que llevaba escrita la leyenda “Votos Para La Mujer“, exigiendo a gritos a los dos políticos que contestaran sus preguntas. Pankhurst y Kenney fueron desalojadas del encuentro y arrestadas por causar obstrucción y atacar a un oficial de policía. Luego de declararlas culpables se las multó con 5 chelines a cada una. Las mujeres se rehusaron a pagar afirmando que preferían ir a prisión para destacar la injusticia del sistema. Así se convirtieron en las primeras suffragettes en pisar una cárcel. En los siguientes años, cientos de militantes correrían la misma suerte.
A medida que las acciones directas se hacían efectivas, crecía el coraje de las activistas respecto a las medidas a tomar. En varias oportunidades un grupo de integrantes de la Unión Social y Política de Mujeres se encadenaron al Palacio de Buckingham, ya que consideraban a la Familia Real, en su carácter conservador, como un fuerte oponente al voto de la mujer. Las suffragettes alquilaban botes, navegaban el Támesis y denunciaban por altavoz ante el Parlamento reunido, el abuso que sufrían. Muchas adoptaron como medida de protesta el rehusarse a pagar sus impuestos.
Las suffragettes no oponían demasiada resistencia a ir a prisión. Una vez allí se negaban a pagar la fianza e insistían en ser consideradas prisioneras políticas, inmediatamente después llevaban a cabo una huelga de hambre total que era interpretada por el gobierno como un intento de convertirse en mártires de la causa. La primer acción de este tipo fue tomada en 1909 por Marion Wallace, una iniciativa que no fue consultada con sus compañeras de militancia, pero que se convirtió en la forma de protesta más habitual de las mujeres que eran encarceladas.
Tras varios años de luchas, el informe sobre el Acta de 1918 que debía otorgar ese derecho a las mujeres, advirtió una situación preocupante para la clase dirigente: las mujeres eran mayoría debido en principio a los índices de nacimiento y en parte a las bajas en la guerra. El informe sugirió que se otorgara el voto a todos los hombres mayores de 21 años y a las mujeres mayores de treinta. Y así se hizo.
La discriminación por la edad continuó vigente en Inglaterra hasta que fue aprobada otra ley, en 1928, aunque a aquellas alturas la lucha ya había perdido todo su acaloramiento. La convicción ingenua de que todas las mujeres votarían candidatas femeninas y barrerían a los hombres del gobierno, fue hecha añicos por la realidad de los magros resultados electoral
Las Suffragettes: El movimiento por el voto femenino en Inglaterra
Hacia 1865 once mujeres formaron un grupo de discusión en Londres denominado “La Sociedad de Kensington”. Nueve de estas once mujeres eran solteras y estaban intentando comenzar una carrera en educación o medicina. Las integrantes de la sociedad cuestionaban el hecho de que a las mujeres no se les permitiera votar en las elecciones parlamentarias, por lo cual decidieron elaborar una petición para que se les otorgara tal derecho.
En 1867 se suma a la Sociedad londinense por el sufragio de la mujer Millicent Fawcett, una moderada oradora con un gran poder organizativo que pronto se convierte, gracias a éstas cualidades, en la líder de las sufragistas londinenses. Movimientos similares de mujeres por el sufragio habían comenzado a formarse a lo largo de toda Gran Bretaña. Uno de los más importantes de estos era el de Manchester en el que emergía como figura significativa la científica Lydia Becker.
En 1887, diecisiete de estos grupos individuales se unieron para formar la “Unión Nacional de Sociedades por el Sufragio de la Mujer”. Esta agrupación organizaba encuentros públicos, peticiones, escribía cartas a políticos, publicaba periódicos y distribuía literatura gratuita. El sustento de estas acciones era la importancia otorgada a la intervención de la Unión Nacional de Sociedades por el Sufragio de la mujer en causas varias, entre las cuales se incluía por ejemplo el apoyo a Josephine Butler en su campaña contra el tráfico de esclavos blancos; o a Clementine Black en sus intentos de persuadir al gobierno para que este protegiera a mujeres trabajadoras con salarios bajos.
En el año 1903, quienes estaban dispuestas a ir más allá de las pacíficas manifestaciones y actos públicos abandonaron la organización moderada y conformaron la Unión Social y Política de Mujeres. Lideradas por la carismática señora Emmeline Pankhurst y sus hijas Christabel y Sylvia, la nueva organización se planteó una nueva estrategia que no incluía los métodos constitucionales favorecidos por la antigua agrupación. Su objetivo seguía siendo la consecución del voto femenino pero diferían en cuanto a los medios para su obtención: estas mujeres estaban dispuestas a implementar la acción directa en pos de sus objetivos
En 1905 se genera una gran conmoción cuando Christabel Pankhurst y Annie Kenney interrumpieron un encuentro político en Manchester para preguntarle a dos liberales —Winston Churchill y Sir Edward Grey— si creían que las mujeres debían poseer derecho a voto. Ninguno respondió y en respuesta a ello las dos mujeres sacaron una pancarta que llevaba escrita la leyenda “Votos Para La Mujer“, exigiendo a gritos a los dos políticos que contestaran sus preguntas. Pankhurst y Kenney fueron desalojadas del encuentro y arrestadas por causar obstrucción y atacar a un oficial de policía. Luego de declararlas culpables se las multó con 5 chelines a cada una. Las mujeres se rehusaron a pagar afirmando que preferían ir a prisión para destacar la injusticia del sistema. Así se convirtieron en las primeras suffragettes en pisar una cárcel. En los siguientes años, cientos de militantes correrían la misma suerte.
A medida que las acciones directas se hacían efectivas, crecía el coraje de las activistas respecto a las medidas a tomar. En varias oportunidades un grupo de integrantes de la Unión Social y Política de Mujeres se encadenaron al Palacio de Buckingham, ya que consideraban a la Familia Real, en su carácter conservador, como un fuerte oponente al voto de la mujer. Las suffragettes alquilaban botes, navegaban el Támesis y denunciaban por altavoz ante el Parlamento reunido, el abuso que sufrían. Muchas adoptaron como medida de protesta el rehusarse a pagar sus impuestos.
Las suffragettes no oponían demasiada resistencia a ir a prisión. Una vez allí se negaban a pagar la fianza e insistían en ser consideradas prisioneras políticas, inmediatamente después llevaban a cabo una huelga de hambre total que era interpretada por el gobierno como un intento de convertirse en mártires de la causa. La primer acción de este tipo fue tomada en 1909 por Marion Wallace, una iniciativa que no fue consultada con sus compañeras de militancia, pero que se convirtió en la forma de protesta más habitual de las mujeres que eran encarceladas.
Tras varios años de luchas, el informe sobre el Acta de 1918 que debía otorgar ese derecho a las mujeres, advirtió una situación preocupante para la clase dirigente: las mujeres eran mayoría debido en principio a los índices de nacimiento y en parte a las bajas en la guerra. El informe sugirió que se otorgara el voto a todos los hombres mayores de 21 años y a las mujeres mayores de treinta. Y así se hizo.
La discriminación por la edad continuó vigente en Inglaterra hasta que fue aprobada otra ley, en 1928, aunque a aquellas alturas la lucha ya había perdido todo su acaloramiento. La convicción ingenua de que todas las mujeres votarían candidatas femeninas y barrerían a los hombres del gobierno, fue hecha añicos por la realidad de los magros resultados electoral
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