Y Amate, el segundo pabellón de la ciudad tras San Pablo, ya daba pena en Segunda, con esas colgaduras de los años 90, las canastas alrededor de la pista, el marcador que falla más que las escopetas de feria y que sólo se puede ver de frente, sin una simple barra en la que pedir una botella de agua en el descanso. Un desastre absoluto.
San Pablo es otro desastre que necesita una reforma integral, pero por lo menos da el pego.
San Pablo es otro desastre que necesita una reforma integral, pero por lo menos da el pego.
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