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En una plaza de un barrio sevillano

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  • En una plaza de un barrio sevillano

    En una plaza de un barrio sevillano había un grupo de jubilados que se sentaban en sus bancos. Este grupo de jubilados siempre estaban allí. No estaban ni mal ni bien, aunque obviamente, los bancos tenían sus limitaciones, pues eran bloques de hormigón y no estaban cubiertos. La plaza tenía algunos árboles y poco más que una cubierta de albero.

    Un día, tras unas elecciones donde todos votaron por el cambio, apareció el alcalde en un reluciente coche y bajó de él. Tras saludar efusivamente a cada anciano, se marchó con las promesas de cambiar el barrio y, por supuesto, su plaza.

    Todos los jubilados estaban exultantes, felices, contentísimos de las promesas, todos apoyaron a ese alcalde y todos lo defendían a capa y espada.

    Pasaron los meses y sólo apareció en su plaza un gran cartel donde se informaba de las futuras obras, con fecha de comienzo que fue sobrepasada con creces. Aun así, los jubilados seguían confiando en su palabra, pensaban que, bueno, que tendría otros problemas que resolver e incluso abroncaban a los vecinos que se atrevían a quejarse.

    Pero pasaron los cuatro años de rigor antes de volver a ver otro vehículo magnífico de cuyo interior salió la sonrisa forzada, los saludos eufóricos y las promesas. Muchas más promesas que antes, el proyecto de la plaza se haría más y mejor. Saludos y el coche salió provocando una gran polvareda que hizo toser a los jubilados.

    De nuevo, fieles, votaron a aquel simpático alcalde que no sólo iba a hacer la plaza, sino que la iba a hacer mejor. Y de nuevo cambiaron el cartel, ahora más grande, ahora con su nombre mejor situado.

    Los jubilados siguieron sentados en sus bancos de cemento abrigándose en el frío sol de enero y con sus gorras en el calor mañanero de junio. Y el cartel se lo sabían de memoria. Coincidiendo con unas elecciones nacionales aparecieron unos operarios y levantaron la plaza, desplazando a los señores de sus bancos y situándolos tras la valla metálica. Al principio era divertido comentar el ir y venir de las máquinas, pero todo se paró. Y ahora sin bancos, pero con la plaza levantada.

    Algunos jubilados empezaron a quejarse y mantenían duras discusiones con el resto de compañeros, que día sí y día también mantenían su fe en su palabra. Los que se quejaban exigían que las promesas se cumpliesen, como mínimo, se cumpliesen. El resto los miraba con sorpresa. Cómo van a molestar al señor alcalde??? Él sabría mejor que nadie si había que hacer y cuándo hacerlo.

    La plaza siguió abandonada y el grupo que se quejaba organizó una asociación de vecinos que quería recuperar la plaza y exigir que se cumpliese simplemente la palabra dada y no pedida. El grupo que mantenía una actitud inquebrantable echaba en cara las gestiones a la naciente asociación de vecinos. Pero la asociación trabajaba, realizaba informes del barrio y se los ofrecía a los vecinos. A través de esos informes realizaba peticiones de mejora al Ayuntamiento y éste, por no ver su incompetencia en prensa respondía haciendo esas pequeñas mejoras.

    Así, los jubilados incondicionales echaban en cara a los de la asociación cada uno de los pequeños cambios.

    - Veis, ahí están las papeleras, a ver de qué os quejáis ahora. Veis, ahí están pintadas las calles, tanta queja, hombre. Veis, ya está arreglado el paso a nivel…

    Pero la plaza seguía igual y la asociación sistemáticamente exigía ante la oficina del alcalde que cumpliese las promesas. Llegaron de nuevo las elecciones y meses antes se realizó la mitad del proyecto de la plaza con gran cobertura mediática. Allí apareció el alcalde rodeado de sus incondicionales e inauguró la plaza… y le puso su nombre. La asociación miraba de reojo mientras eran casi insultados por los jubilados que vociferaban y cantaban las excelencias del alcalde mientras quitaba la cortinilla que tapaba el nombre. Volvió a subirse a su flamante coche y desapareció.

    Muchos seguían defendiendo al alcalde, pero ya no sacó la mayoría absoluta, y tuvo que apoyarse en otros grupos para sacar adelante su puesto. Los defensores loaban las excelencias de la medio plaza, de los arreglos puntuales de calles y de lo simpático que era y las fotos dedicadas. Qué sabrían esos que tanto se quejaban, el alcalde era el mejor y los otros sólo querían protagonismo, seguro que hasta el puesto. La asociación era constante, continua en sus peticiones, cuando lograban algo buscaban la mejora en lo hecho y en lo que se podía hacer mejor.

    Siguieron provocando la ira de los irreductibles de la plaza, que se congratulaban y aplaudían incluso al pobre barrendero que pasaba por allí.

    - Mira, mira, a ese lo trae el alcalde, y ustedes qué haceis, na más que quejaros. Ole cómo barre, ole.

    Los asociados llegaron al convencimiento de que no había que hacer nada más que el bien para el barrio, que siempre habrá alguien que anteponga al alcalde que les da fotitos y, de vez en cuando, organiza actos donde habla de las mejoras de su mandato, de todo lo que había antes que él y, a veces, invita a comer a los jubilados, unas veces sí, otras no.

    Un día, uno de los jubilados, harto de estar harto, dejó su puesto en la valla de la eterna obra de la plaza y cruzó la calle, miró de frente a uno de los miembros de la asociación y le dijo: dónde puedo ayudar??? Y para su sorpresa no recibió ni un desplante, ni una mala palabra, ni un mal gesto, simplemente se puso a ayudar…

  • #2
    Re: En una plaza de un barrio sevillano

    Y hay tanto y tanto trabajo por hacer.

    En PNB tenemos las puertas abiertas a todo los béticos, tanto a los que deseen recibir información, como a los que quieran colaborar con esta Asociación, siempre atenta a defender al Betis y a los béticos.

    P.d. Grande Recontra.

    Comentario


    • #3
      Re: En una plaza de un barrio sevillano

      Muy acertado el simil, y escrito con mucho sentimiento. ¿Cuando comprenderá parte de la afición que ya el tiempo del ditero acabó?
      1 saludo

      Comentario


      • #4
        Re: En una plaza de un barrio sevillano

        Originalmente publicado por recontrabetico Ver Mensaje
        En una plaza de un barrio sevillano había un grupo de jubilados que se sentaban en sus bancos. Este grupo de jubilados siempre estaban allí. No estaban ni mal ni bien, aunque obviamente, los bancos tenían sus limitaciones, pues eran bloques de hormigón y no estaban cubiertos. La plaza tenía algunos árboles y poco más que una cubierta de albero.

        Un día, tras unas elecciones donde todos votaron por el cambio, apareció el alcalde en un reluciente coche y bajó de él. Tras saludar efusivamente a cada anciano, se marchó con las promesas de cambiar el barrio y, por supuesto, su plaza.

        Todos los jubilados estaban exultantes, felices, contentísimos de las promesas, todos apoyaron a ese alcalde y todos lo defendían a capa y espada.

        Pasaron los meses y sólo apareció en su plaza un gran cartel donde se informaba de las futuras obras, con fecha de comienzo que fue sobrepasada con creces. Aun así, los jubilados seguían confiando en su palabra, pensaban que, bueno, que tendría otros problemas que resolver e incluso abroncaban a los vecinos que se atrevían a quejarse.

        Pero pasaron los cuatro años de rigor antes de volver a ver otro vehículo magnífico de cuyo interior salió la sonrisa forzada, los saludos eufóricos y las promesas. Muchas más promesas que antes, el proyecto de la plaza se haría más y mejor. Saludos y el coche salió provocando una gran polvareda que hizo toser a los jubilados.

        De nuevo, fieles, votaron a aquel simpático alcalde que no sólo iba a hacer la plaza, sino que la iba a hacer mejor. Y de nuevo cambiaron el cartel, ahora más grande, ahora con su nombre mejor situado.

        Los jubilados siguieron sentados en sus bancos de cemento abrigándose en el frío sol de enero y con sus gorras en el calor mañanero de junio. Y el cartel se lo sabían de memoria. Coincidiendo con unas elecciones nacionales aparecieron unos operarios y levantaron la plaza, desplazando a los señores de sus bancos y situándolos tras la valla metálica. Al principio era divertido comentar el ir y venir de las máquinas, pero todo se paró. Y ahora sin bancos, pero con la plaza levantada.

        Algunos jubilados empezaron a quejarse y mantenían duras discusiones con el resto de compañeros, que día sí y día también mantenían su fe en su palabra. Los que se quejaban exigían que las promesas se cumpliesen, como mínimo, se cumpliesen. El resto los miraba con sorpresa. Cómo van a molestar al señor alcalde??? Él sabría mejor que nadie si había que hacer y cuándo hacerlo.

        La plaza siguió abandonada y el grupo que se quejaba organizó una asociación de vecinos que quería recuperar la plaza y exigir que se cumpliese simplemente la palabra dada y no pedida. El grupo que mantenía una actitud inquebrantable echaba en cara las gestiones a la naciente asociación de vecinos. Pero la asociación trabajaba, realizaba informes del barrio y se los ofrecía a los vecinos. A través de esos informes realizaba peticiones de mejora al Ayuntamiento y éste, por no ver su incompetencia en prensa respondía haciendo esas pequeñas mejoras.

        Así, los jubilados incondicionales echaban en cara a los de la asociación cada uno de los pequeños cambios.

        - Veis, ahí están las papeleras, a ver de qué os quejáis ahora. Veis, ahí están pintadas las calles, tanta queja, hombre. Veis, ya está arreglado el paso a nivel…

        Pero la plaza seguía igual y la asociación sistemáticamente exigía ante la oficina del alcalde que cumpliese las promesas. Llegaron de nuevo las elecciones y meses antes se realizó la mitad del proyecto de la plaza con gran cobertura mediática. Allí apareció el alcalde rodeado de sus incondicionales e inauguró la plaza… y le puso su nombre. La asociación miraba de reojo mientras eran casi insultados por los jubilados que vociferaban y cantaban las excelencias del alcalde mientras quitaba la cortinilla que tapaba el nombre. Volvió a subirse a su flamante coche y desapareció.

        Muchos seguían defendiendo al alcalde, pero ya no sacó la mayoría absoluta, y tuvo que apoyarse en otros grupos para sacar adelante su puesto. Los defensores loaban las excelencias de la medio plaza, de los arreglos puntuales de calles y de lo simpático que era y las fotos dedicadas. Qué sabrían esos que tanto se quejaban, el alcalde era el mejor y los otros sólo querían protagonismo, seguro que hasta el puesto. La asociación era constante, continua en sus peticiones, cuando lograban algo buscaban la mejora en lo hecho y en lo que se podía hacer mejor.

        Siguieron provocando la ira de los irreductibles de la plaza, que se congratulaban y aplaudían incluso al pobre barrendero que pasaba por allí.

        - Mira, mira, a ese lo trae el alcalde, y ustedes qué haceis, na más que quejaros. Ole cómo barre, ole.

        Los asociados llegaron al convencimiento de que no había que hacer nada más que el bien para el barrio, que siempre habrá alguien que anteponga al alcalde que les da fotitos y, de vez en cuando, organiza actos donde habla de las mejoras de su mandato, de todo lo que había antes que él y, a veces, invita a comer a los jubilados, unas veces sí, otras no.

        Un día, uno de los jubilados, harto de estar harto, dejó su puesto en la valla de la eterna obra de la plaza y cruzó la calle, miró de frente a uno de los miembros de la asociación y le dijo: dónde puedo ayudar??? Y para su sorpresa no recibió ni un desplante, ni una mala palabra, ni un mal gesto, simplemente se puso a ayudar…
        Es usted tan...

        MAESTRO!!!

        impresionante simil amigo...

        chapeau...

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        • #5
          Re: En una plaza de un barrio sevillano

          Como la plaza nunca se va a acabar, espero que estos ancianos despierten en una nueva realidad, la que hay.

          Comentario


          • #6
            Re: En una plaza de un barrio sevillano

            Originalmente publicado por recontrabetico Ver Mensaje






            . La asociación miraba de reojo mientras eran casi insultados por los jubilados que vociferaban y cantaban las excelencias del alcalde mientras quitaba la cortinilla que tapaba el nombre. Volvió a subirse a su flamante coche y desapareció.




            Un día, uno de los jubilados, harto de estar harto, dejó su puesto en la valla de la eterna obra de la plaza y cruzó la calle, miró de frente a uno de los miembros de la asociación y le dijo: dónde puedo ayudar??? Y para su sorpresa no recibió ni un desplante, ni una mala palabra, ni un mal gesto, simplemente se puso a ayudar…

            Hemos tenido ocasión de mantener algún que otro debate sobre este y otros temas relacionados con "la asociación". Debates interesantes, con criticas y reconocimientos, con quejas y agradecimientos, pero, por mi parte, siempre de forma constructiva e intentando haceros ver que una labor buena y desinteresada (lo cual lo hace que sea desagradecida) no tiene más fruto ni más repercusión por que no cala en el aficionado en forma de involucración, aquejado este de desinformación y el desconicimiento de cuales son los caminos en los que va encauzado tan meritorio trabajo.

            Sois el ojo que todo lo ve y la boca que todo lo censura, pero no sois lo que la gente quiere ni necesita para terminar con lo que es ya para muchos una pesadilla, y no es otra cosa que un proyecto o una alternativa.
            Sois como bien dices, los que mirais de reojo y los que esperais que alguien cruze la acera mientras criticais al alcalde en una esquina de la plaza, pero deberás reconocer que aún hay mucha gente en el barrio que o bien no sabe que existe la asociación, o bien no sabe cuales son sus cometidos y hasta que punto es una solución.


            Entro a valorar que la gente necesita eso, y eso no se lo dais, por lo tanto es normal que se aplaudan papeleras y que cada nimiedad por muy tardia y por muy mala que sea, acabe siendo utilizada en vuestra contra.

            El debate podría ser extenso, lo que no se, es hasta que punto analizais en la asociacion la relación vuestra con la gente del barrio y el por qué de que haya 2 porcentajes en dicha opinión, uno de adeptos y otros de odio (por decirlo de alguna forma).

            Otra cosa que no se, es por qué se llega hasta un limite y a partir de ahí se mira de reojo, quien ha decidido donde está el limite y quien ha decidido no ser alternativa que es en realidad lo que quiere el barrio.

            Comentario


            • #7
              Re: En una plaza de un barrio sevillano

              Originalmente publicado por Tosporiguá Ver Mensaje
              Hemos tenido ocasión de mantener algún que otro debate sobre este y otros temas relacionados con "la asociación". Debates interesantes, con criticas y reconocimientos, con quejas y agradecimientos, pero, por mi parte, siempre de forma constructiva e intentando haceros ver que una labor buena y desinteresada (lo cual lo hace que sea desagradecida) no tiene más fruto ni más repercusión por que no cala en el aficionado en forma de involucración, aquejado este de desinformación y el desconicimiento de cuales son los caminos en los que va encauzado tan meritorio trabajo.

              Sois el ojo que todo lo ve y la boca que todo lo censura, pero no sois lo que la gente quiere ni necesita para terminar con lo que es ya para muchos una pesadilla, y no es otra cosa que un proyecto o una alternativa.
              Sois como bien dices, los que mirais de reojo y los que esperais que alguien cruze la acera mientras criticais al alcalde en una esquina de la plaza, pero deberás reconocer que aún hay mucha gente en el barrio que o bien no sabe que existe la asociación, o bien no sabe cuales son sus cometidos y hasta que punto es una solución.


              Entro a valorar que la gente necesita eso, y eso no se lo dais, por lo tanto es normal que se aplaudan papeleras y que cada nimiedad por muy tardia y por muy mala que sea, acabe siendo utilizada en vuestra contra.

              El debate podría ser extenso, lo que no se, es hasta que punto analizais en la asociacion la relación vuestra con la gente del barrio y el por qué de que haya 2 porcentajes en dicha opinión, uno de adeptos y otros de odio (por decirlo de alguna forma).

              Otra cosa que no se, es por qué se llega hasta un limite y a partir de ahí se mira de reojo, quien ha decidido donde está el limite y quien ha decidido no ser alternativa que es en realidad lo que quiere el barrio.
              No tengo por más que decir que la razón no le falta, por supuesto. Pero en ello, en descargo o cargo diré lo siguiente... Una asociación de vecinos no quiere la alcaldía, pero entiende que ser constructivo es ayudar, crítica incluida, al alcalde a solventar los problemas del barrio.

              No ser alcalde no significa quedarse cruzados de brazos. O todo o nada, no hay alternativa, no hay gente que se queje. No, al contrario, la asociación de vecinos, las coordinadoras tienen su función social, guste o no, y hacen en función a unas ideas muy bien recogidas y seguidas.

              Pero es cierto que el trabajo es tan enorme que quizá el mediático, la venta de imagen por encima de todo no sea lo primordial, o no se haya tenido tan en cuenta. Pero aun así, siguen sin querer ser alcaldes, pero sí decirle al alcalde lo que cada vecino pueda pensar en su foro interno y no tenga la fuerza de elevarlo hasta el consistorio.

              La asociación es joven, una añito recién cumplido, ojalá llevase más tiempo, más bagaje y estuviera más curtida en las batallas que la simple limpieza de una calle necesita. Pero tiene ganas y las ha demostrado. No corre detrás de cualquier alternativa que salga detrás de una esquina, no. La asociación de vecinos está y tiene las puertas abiertas, puede que su mensaje no cale por ser poco populista pero la asociación de vecinos, a la que me refiero, sí entiende que su labor no es acoso y derribo, eso no es así, defiende a los vecinos en su totalidad, pero no confunde al alcalde o alcaldables con los fines de mejora de todo el barrio.

              Y queda tanto por andar...

              Comentario


              • #8
                Re: En una plaza de un barrio sevillano

                Yo eso si lo entiendo, entre otras cosas por que he querido como minimo informarme para las veces que hemos debatido hablar con un minimo de propiedad, por eso alabo vuestro trabajo, y por eso os critico que no caleis en el aficionado, ya que eso frusta un poco que el trabajo no tenga ni el seguimiento ni el reconocimiento merecido.

                Comentario


                • #9
                  Re: En una plaza de un barrio sevillano

                  Originalmente publicado por recontrabetico Ver Mensaje
                  En una plaza de un barrio sevillano había un grupo de jubilados que se sentaban en sus bancos. Este grupo de jubilados siempre estaban allí. No estaban ni mal ni bien, aunque obviamente, los bancos tenían sus limitaciones, pues eran bloques de hormigón y no estaban cubiertos. La plaza tenía algunos árboles y poco más que una cubierta de albero.

                  Un día, tras unas elecciones donde todos votaron por el cambio, apareció el alcalde en un reluciente coche y bajó de él. Tras saludar efusivamente a cada anciano, se marchó con las promesas de cambiar el barrio y, por supuesto, su plaza.

                  Todos los jubilados estaban exultantes, felices, contentísimos de las promesas, todos apoyaron a ese alcalde y todos lo defendían a capa y espada.

                  Pasaron los meses y sólo apareció en su plaza un gran cartel donde se informaba de las futuras obras, con fecha de comienzo que fue sobrepasada con creces. Aun así, los jubilados seguían confiando en su palabra, pensaban que, bueno, que tendría otros problemas que resolver e incluso abroncaban a los vecinos que se atrevían a quejarse.

                  Pero pasaron los cuatro años de rigor antes de volver a ver otro vehículo magnífico de cuyo interior salió la sonrisa forzada, los saludos eufóricos y las promesas. Muchas más promesas que antes, el proyecto de la plaza se haría más y mejor. Saludos y el coche salió provocando una gran polvareda que hizo toser a los jubilados.

                  De nuevo, fieles, votaron a aquel simpático alcalde que no sólo iba a hacer la plaza, sino que la iba a hacer mejor. Y de nuevo cambiaron el cartel, ahora más grande, ahora con su nombre mejor situado.

                  Los jubilados siguieron sentados en sus bancos de cemento abrigándose en el frío sol de enero y con sus gorras en el calor mañanero de junio. Y el cartel se lo sabían de memoria. Coincidiendo con unas elecciones nacionales aparecieron unos operarios y levantaron la plaza, desplazando a los señores de sus bancos y situándolos tras la valla metálica. Al principio era divertido comentar el ir y venir de las máquinas, pero todo se paró. Y ahora sin bancos, pero con la plaza levantada.

                  Algunos jubilados empezaron a quejarse y mantenían duras discusiones con el resto de compañeros, que día sí y día también mantenían su fe en su palabra. Los que se quejaban exigían que las promesas se cumpliesen, como mínimo, se cumpliesen. El resto los miraba con sorpresa. Cómo van a molestar al señor alcalde??? Él sabría mejor que nadie si había que hacer y cuándo hacerlo.

                  La plaza siguió abandonada y el grupo que se quejaba organizó una asociación de vecinos que quería recuperar la plaza y exigir que se cumpliese simplemente la palabra dada y no pedida. El grupo que mantenía una actitud inquebrantable echaba en cara las gestiones a la naciente asociación de vecinos. Pero la asociación trabajaba, realizaba informes del barrio y se los ofrecía a los vecinos. A través de esos informes realizaba peticiones de mejora al Ayuntamiento y éste, por no ver su incompetencia en prensa respondía haciendo esas pequeñas mejoras.

                  Así, los jubilados incondicionales echaban en cara a los de la asociación cada uno de los pequeños cambios.

                  - Veis, ahí están las papeleras, a ver de qué os quejáis ahora. Veis, ahí están pintadas las calles, tanta queja, hombre. Veis, ya está arreglado el paso a nivel…

                  Pero la plaza seguía igual y la asociación sistemáticamente exigía ante la oficina del alcalde que cumpliese las promesas. Llegaron de nuevo las elecciones y meses antes se realizó la mitad del proyecto de la plaza con gran cobertura mediática. Allí apareció el alcalde rodeado de sus incondicionales e inauguró la plaza… y le puso su nombre. La asociación miraba de reojo mientras eran casi insultados por los jubilados que vociferaban y cantaban las excelencias del alcalde mientras quitaba la cortinilla que tapaba el nombre. Volvió a subirse a su flamante coche y desapareció.

                  Muchos seguían defendiendo al alcalde, pero ya no sacó la mayoría absoluta, y tuvo que apoyarse en otros grupos para sacar adelante su puesto. Los defensores loaban las excelencias de la medio plaza, de los arreglos puntuales de calles y de lo simpático que era y las fotos dedicadas. Qué sabrían esos que tanto se quejaban, el alcalde era el mejor y los otros sólo querían protagonismo, seguro que hasta el puesto. La asociación era constante, continua en sus peticiones, cuando lograban algo buscaban la mejora en lo hecho y en lo que se podía hacer mejor.

                  Siguieron provocando la ira de los irreductibles de la plaza, que se congratulaban y aplaudían incluso al pobre barrendero que pasaba por allí.

                  - Mira, mira, a ese lo trae el alcalde, y ustedes qué haceis, na más que quejaros. Ole cómo barre, ole.

                  Los asociados llegaron al convencimiento de que no había que hacer nada más que el bien para el barrio, que siempre habrá alguien que anteponga al alcalde que les da fotitos y, de vez en cuando, organiza actos donde habla de las mejoras de su mandato, de todo lo que había antes que él y, a veces, invita a comer a los jubilados, unas veces sí, otras no.

                  Un día, uno de los jubilados, harto de estar harto, dejó su puesto en la valla de la eterna obra de la plaza y cruzó la calle, miró de frente a uno de los miembros de la asociación y le dijo: dónde puedo ayudar??? Y para su sorpresa no recibió ni un desplante, ni una mala palabra, ni un mal gesto, simplemente se puso a ayudar…
                  Te olvidas de una cosa, a los alcaldes se les vota y si no cumplen no se les vota más, pero más de medio Betis es de Lopera y lo repito es SUYO. No queda nada mas, que si los accionistas minoritarios aprecien irregularidades, lo denuncien.

                  Comentario


                  • #10
                    Re: En una plaza de un barrio sevillano

                    Originalmente publicado por jaido Ver Mensaje
                    Te olvidas de una cosa, a los alcaldes se les vota y si no cumplen no se les vota más, pero más de medio Betis es de Lopera y lo repito es SUYO. No queda nada mas, que si los accionistas minoritarios aprecien irregularidades, lo denuncien.
                    He hablado yo de Loperas y de Betis??? Creo que no. Ni una mención futbolera en todo el escrito...

                    Comentario


                    • #11
                      Re: En una plaza de un barrio sevillano

                      Originalmente publicado por Tosporiguá Ver Mensaje
                      Yo eso si lo entiendo, entre otras cosas por que he querido como minimo informarme para las veces que hemos debatido hablar con un minimo de propiedad, por eso alabo vuestro trabajo, y por eso os critico que no caleis en el aficionado, ya que eso frusta un poco que el trabajo no tenga ni el seguimiento ni el reconocimiento merecido.
                      Te vuelvo a dar la razón, pero también ten en cuenta que todo esto se monta hace sólo un año y ha llegado a unos límites que en determinadas cuestiones causan vértigo.

                      Comentario


                      • #12
                        Re: En una plaza de un barrio sevillano

                        Originalmente publicado por Tosporiguá Ver Mensaje
                        Yo eso si lo entiendo, entre otras cosas por que he querido como minimo informarme para las veces que hemos debatido hablar con un minimo de propiedad, por eso alabo vuestro trabajo, y por eso os critico que no caleis en el aficionado, ya que eso frusta un poco que el trabajo no tenga ni el seguimiento ni el reconocimiento merecido.
                        En cuanto a lo de calar más o menos en el aficionado puedo decirle compañero que es algo en lo que nos esforzamos día a día por encontrar una solución.

                        Y le puedo garantizar, que lamentablemente, no es fácil. No obstante, éllo no nos desanima.

                        "Pos anda que no somos animosos ni ná en PNB"

                        Comentario


                        • #13
                          Re: En una plaza de un barrio sevillano

                          Originalmente publicado por recontrabetico Ver Mensaje
                          He hablado yo de Loperas y de Betis??? Creo que no. Ni una mención futbolera en todo el escrito...
                          Explicitamente no, pero creo que la comparación es clara y evidente:

                          Alcalde: Lopera

                          Ancianos: Béticos

                          Ancianos que se cansan de esperary que forman asociación: PNB

                          ¿O no?

                          Comentario


                          • #14
                            Re: En una plaza de un barrio sevillano

                            Originalmente publicado por jaido Ver Mensaje
                            Explicitamente no, pero creo que la comparación es clara y evidente:

                            Alcalde: Lopera

                            Ancianos: Béticos

                            Ancianos que se cansan de esperary que forman asociación: PNB

                            ¿O no?
                            Tú lo interpretas así y yo no te quito razón en la interpretación.

                            Comentario


                            • #15
                              Re: En una plaza de un barrio sevillano

                              Originalmente publicado por recontrabetico Ver Mensaje
                              Tú lo interpretas así y yo no te quito razón en la interpretación.
                              Pues entonces, explícame, si quieres, cual es la idea que querías exponer, tu interpretacion de lo que has escrito.

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