Este Betis, mi Betis, el Betis de los Béticos, está sumido en una profunda pesadilla. Pensar que un ********** en un acto concreto nos va a llevar a segunda es simplemente preguntarse ¿DÓNDE VAS MI BETIS?
Porque analizar uno por uno los elementos que han desembocado en semejante disparate es analizar muchas cosas. El viernes pasado, en una correcta y en ocasiones brillante exposición (para ser económica), los amigos de PNB en Marchena, igual que en otras peñas, nos contaban las interioridades económicas que conlleva el Betis con la actual gestión. A mi me hacía mucho que pensar aquello de que la seguridad la pone una empresa que es como el gran hermano del Betis, Encadesa, y las multas las paga el Betis.
Las tendencias son difíciles de cambiar, y más cuando no se hace nada por cambiarlas. Medios existen, pero parece que no interesan. En el siglo XXI tener controlados a los espectadores fuera de molestarse por una pancarta poco afín y sí de desentenderse partido a partido de las clásicas, peligrosas y muy multadas bengalas muestran la punta del iceberg de un problema profundo. Y es que en muchos aspectos tenemos tan olvidados los propios objetivos de un espectáculo deportivo que se deteriora cualquier intento de hacer o ser algo dentro de este mundo que se llama fútbol y que dentro de él llevamos 100 años, aunque a veces parecemos gorilas con zapatos nuevos.
Y es esa imagen la que transmitimos, que desde arriba a abajo somos capaces de hacer una escabechina. Vuelvo a decir que el triste señor que ayer hizo esa barbaridad es un fleco de esta alfombra llamada Betis que de no cuidarla se hace jirones. Me gustaría comparar cuánto cuesta de verdad unas medidas de seguridad decentes comparadas con los daños producidos por el señor de ayer y el resto de multas, advertencias, falta de medios, etc, etc.
Quizá nos demos cuenta que por no gastar 5 tengamos que gastar 500. Eso me sigue sonando a lo de siempre, a más de lo mismo, a ser rácano en los medios pensando en una economía que hace aguas (lo del superavit deberíamos sacarlo del titular para meternos en el contenido) y que cambiamos la seguridad de los béticos por inundar nuestro campo de peligros. Y cuando digo peligros lo digo con conocimiento de causa.
Hoy los béticos están a la espera con las orejas gachas, con la mirada perdida, pensando dónde nos llevarán, cómo nos castigarán, pensando que este perro flaco que es el beticismo y al que no le dedican sevillanas, va teniendo cada vez más pulgas, cada vez más flaco mientras la pulga más gorda sigue alimentándose del 8,5% de su sangre, y otras pulgas que son igualmente exterminables, siguen campando a sus anchas quizá ante un amante de los animales que lo deja siempre en el patio sin luz, abandonado y descuidado.
Una botella, otra más. Un hecho aislado? quizá, pero son demasiados hechos aislados los que se producen en este Betis como para pensar que tanto aislamiento nos está haciendo muchísimo daño.
Si los alterados, los que se cuelan, los que nos saben controlarse sabiéndose que nadie los controla sienten el peso de una mirada de una cámara, de un servicio de seguridad que haga sentirnos seguros, si hay un buen plan para que ni siquiera de fiesta, como ayer, se salte nadie al campo, quizá no pasase lo que ayer y hoy mismo haga sentirnos muy, pero que muy avergonzados a los béticos.
Mientras, este Betis no levanta cabeza porque a cada asomo a algo parecido a la salvación le dan el verdadero botellazo. Unas veces un infeliz otras muchas decisiones o falta de estas muy desafortunadas.
Vuelve a ser hora de reflexionar QUÉ BETIS QUEREMOS. Porque la reflexión debe ser continua y constante. Y no debe circunscribirse a acotar qué no queremos, sino ser constructivos, ser participativos. Es hora, de nuevo, de ayudar al Betis.
Porque analizar uno por uno los elementos que han desembocado en semejante disparate es analizar muchas cosas. El viernes pasado, en una correcta y en ocasiones brillante exposición (para ser económica), los amigos de PNB en Marchena, igual que en otras peñas, nos contaban las interioridades económicas que conlleva el Betis con la actual gestión. A mi me hacía mucho que pensar aquello de que la seguridad la pone una empresa que es como el gran hermano del Betis, Encadesa, y las multas las paga el Betis.
Las tendencias son difíciles de cambiar, y más cuando no se hace nada por cambiarlas. Medios existen, pero parece que no interesan. En el siglo XXI tener controlados a los espectadores fuera de molestarse por una pancarta poco afín y sí de desentenderse partido a partido de las clásicas, peligrosas y muy multadas bengalas muestran la punta del iceberg de un problema profundo. Y es que en muchos aspectos tenemos tan olvidados los propios objetivos de un espectáculo deportivo que se deteriora cualquier intento de hacer o ser algo dentro de este mundo que se llama fútbol y que dentro de él llevamos 100 años, aunque a veces parecemos gorilas con zapatos nuevos.
Y es esa imagen la que transmitimos, que desde arriba a abajo somos capaces de hacer una escabechina. Vuelvo a decir que el triste señor que ayer hizo esa barbaridad es un fleco de esta alfombra llamada Betis que de no cuidarla se hace jirones. Me gustaría comparar cuánto cuesta de verdad unas medidas de seguridad decentes comparadas con los daños producidos por el señor de ayer y el resto de multas, advertencias, falta de medios, etc, etc.
Quizá nos demos cuenta que por no gastar 5 tengamos que gastar 500. Eso me sigue sonando a lo de siempre, a más de lo mismo, a ser rácano en los medios pensando en una economía que hace aguas (lo del superavit deberíamos sacarlo del titular para meternos en el contenido) y que cambiamos la seguridad de los béticos por inundar nuestro campo de peligros. Y cuando digo peligros lo digo con conocimiento de causa.
Hoy los béticos están a la espera con las orejas gachas, con la mirada perdida, pensando dónde nos llevarán, cómo nos castigarán, pensando que este perro flaco que es el beticismo y al que no le dedican sevillanas, va teniendo cada vez más pulgas, cada vez más flaco mientras la pulga más gorda sigue alimentándose del 8,5% de su sangre, y otras pulgas que son igualmente exterminables, siguen campando a sus anchas quizá ante un amante de los animales que lo deja siempre en el patio sin luz, abandonado y descuidado.
Una botella, otra más. Un hecho aislado? quizá, pero son demasiados hechos aislados los que se producen en este Betis como para pensar que tanto aislamiento nos está haciendo muchísimo daño.
Si los alterados, los que se cuelan, los que nos saben controlarse sabiéndose que nadie los controla sienten el peso de una mirada de una cámara, de un servicio de seguridad que haga sentirnos seguros, si hay un buen plan para que ni siquiera de fiesta, como ayer, se salte nadie al campo, quizá no pasase lo que ayer y hoy mismo haga sentirnos muy, pero que muy avergonzados a los béticos.
Mientras, este Betis no levanta cabeza porque a cada asomo a algo parecido a la salvación le dan el verdadero botellazo. Unas veces un infeliz otras muchas decisiones o falta de estas muy desafortunadas.
Vuelve a ser hora de reflexionar QUÉ BETIS QUEREMOS. Porque la reflexión debe ser continua y constante. Y no debe circunscribirse a acotar qué no queremos, sino ser constructivos, ser participativos. Es hora, de nuevo, de ayudar al Betis.
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